Llevo ya tiempo detras de estos apuntes de historia relativos a la mitica Peña de Amaya. He observado que por parte de distintos foreros se le hace mención, aunque no pertenece a esa zona, ni siquiera hoy en dia a esa provincia. Hay cierta magia que envuelve a esa Peña mítica. Su situacion geografica como vigilante de la tierra castellana, de sus caminos y veredas desde tiempos inmemoriales.
Por ello, quiero rendir este pequeño homenaje a quien tanta historia entraña. Historia muy vincula a esas nuestra tierras desde la Lora a tierras mas bajas, unos retazos de aquellas comunidades que forjaron en gran medida la historia de Castilla-Leon y en difinitiva la de España.
La etimología de Amaya procede de la raíz Indoeuropea Mala/Malha, por relación metonímica, con significado de: Ceja / Pestaña / Borde de Colina, y también Bolsa / Saco. Se le habría asignado este nombre por su aspecto similar a una "ceja".
Juan de Bíclaro (año 540 Siglo VI), clérigo católico y cronista de origen godo, sí la nombra como capital de los cántabros, por lo que se puede decir que era un asentamiento cántabro.
En el extremo meridional de la Lora burgalesa, Peña Amaya se asoma como una adelantada atalaya sobre la campiña castellana. Desde la Prehistoria, las condiciones estratégicas de este favorecido enclave han atraído a muy diversos pobladores. A finales de la Edad del Bronce, en torno al s. X a. C. la presencia humana en el cerro se intensifica, convirtiéndose durante la Edad del Hierro en uno de los principales castros de los cántabros, que perdura hasta el último episodio de la conquista romana de la Península. Se funda entonces la ciudad romana de Amaia Patricia, que será tomada por el rey visigodo Leovigildo en el año 574. Tarik ben Ziyad, caudillo de la invasión árabe, arrasa esta plaza en el año 712, expulsando al duque Pedro, padre del futuro Alfonso I. Amaya queda deshabitada hasta finales del s. IX. El conde Rodrigo, por orden de Ordoño I, repuebla este lugar, que pronto pasa a convertirse en una de las plazas más importante de la primera frontera de la Reconquista cristiana. La villa medieval permanecerá en el cerro, amparada por la fortaleza que se alza en el punto más alto, hasta que, probablemente en el s. XII, la población se traslade a la llanura inmediata.
El castillo, como sede del poder señorial, continúa en uso al menos hasta entrado el s. XIV. De esta dilata historia, hoy podemos observar la trinchera de acceso al castro, posiblemente de época cántabra, las ruinas del pueblo medieval, que tal vez aprovechó estructuras más antiguas, las murallas que defendieron el castillo y, en la cima, apenas vestigios de la imponente fortaleza que señoreó Amaya.
Buenas tardes Herrera, buenas tardes herrerenses
(Remitiré una segunda parte)
Por ello, quiero rendir este pequeño homenaje a quien tanta historia entraña. Historia muy vincula a esas nuestra tierras desde la Lora a tierras mas bajas, unos retazos de aquellas comunidades que forjaron en gran medida la historia de Castilla-Leon y en difinitiva la de España.
La etimología de Amaya procede de la raíz Indoeuropea Mala/Malha, por relación metonímica, con significado de: Ceja / Pestaña / Borde de Colina, y también Bolsa / Saco. Se le habría asignado este nombre por su aspecto similar a una "ceja".
Juan de Bíclaro (año 540 Siglo VI), clérigo católico y cronista de origen godo, sí la nombra como capital de los cántabros, por lo que se puede decir que era un asentamiento cántabro.
En el extremo meridional de la Lora burgalesa, Peña Amaya se asoma como una adelantada atalaya sobre la campiña castellana. Desde la Prehistoria, las condiciones estratégicas de este favorecido enclave han atraído a muy diversos pobladores. A finales de la Edad del Bronce, en torno al s. X a. C. la presencia humana en el cerro se intensifica, convirtiéndose durante la Edad del Hierro en uno de los principales castros de los cántabros, que perdura hasta el último episodio de la conquista romana de la Península. Se funda entonces la ciudad romana de Amaia Patricia, que será tomada por el rey visigodo Leovigildo en el año 574. Tarik ben Ziyad, caudillo de la invasión árabe, arrasa esta plaza en el año 712, expulsando al duque Pedro, padre del futuro Alfonso I. Amaya queda deshabitada hasta finales del s. IX. El conde Rodrigo, por orden de Ordoño I, repuebla este lugar, que pronto pasa a convertirse en una de las plazas más importante de la primera frontera de la Reconquista cristiana. La villa medieval permanecerá en el cerro, amparada por la fortaleza que se alza en el punto más alto, hasta que, probablemente en el s. XII, la población se traslade a la llanura inmediata.
El castillo, como sede del poder señorial, continúa en uso al menos hasta entrado el s. XIV. De esta dilata historia, hoy podemos observar la trinchera de acceso al castro, posiblemente de época cántabra, las ruinas del pueblo medieval, que tal vez aprovechó estructuras más antiguas, las murallas que defendieron el castillo y, en la cima, apenas vestigios de la imponente fortaleza que señoreó Amaya.
Buenas tardes Herrera, buenas tardes herrerenses
(Remitiré una segunda parte)
Excelente informaciòn, gonzalo.
Gracias.
Bien sabes que desde Herrera, la Peña Amaya, es una atalaya que rompe la lìnea del horizonte. Una montaña que siempre me ha atraido. Muchos historiadores aseguran que los orìgenes del pueblo vascòn se forjaron en esta zona.
Espero la segunda parte de tùs datos sobre esta mìtica montaña.
Saludos cordiales.
Feliz dia.
Gracias.
Bien sabes que desde Herrera, la Peña Amaya, es una atalaya que rompe la lìnea del horizonte. Una montaña que siempre me ha atraido. Muchos historiadores aseguran que los orìgenes del pueblo vascòn se forjaron en esta zona.
Espero la segunda parte de tùs datos sobre esta mìtica montaña.
Saludos cordiales.
Feliz dia.