Deseo una feliz Navidad a todas las ondinas del Burejo con este poema de mi último libro en verso:
Mi ondina plateada
A la orilla del arroyo
y a la luz de los faroles
de la luna y los luceros,
se conjuraron los dioses
y en amor nos prometieron.
Ante un sumo sacerdote
sellaron el himeneo,
y por tálamo nos dieron
uno de yerbas y flores.
………………………………………………
Aquella plácida noche
corría una leve brisa
y su delicado roce
avivaba nuestro goce.
Su cautivadora risa,
que del ribazo salía
en la tibia oscuridad,
gozosa bañó la vega
y la dulce sequedad
del aroma de la siega.
………………………………………………
Pero aquel siniestro viento
que brotó desde el abismo
en un instante, allí mismo,
se llevó el encantamiento
de la gloria al tormento.
Con las sombras por cobijo
surgió un te quiero del agua
flotando como un suspiro,
como una chispa en la fragua
cayendo sobre un gemido.
Se fue entre espumas del rio,
entre piedras y quejidos
y, entre deseos perdidos
allí me dejó, en la orilla,
quebrado por el destino,
llorando por mi ondina…
………………………………………………
En mi locura, hoy, recuerdo,
de aquella noche de amor,
el fuego de su mirada
que cambió con su fulgor
mi breve razón… ¡por nada!.
¡Ay…!, mi ondina plateada.
Mi ondina plateada
A la orilla del arroyo
y a la luz de los faroles
de la luna y los luceros,
se conjuraron los dioses
y en amor nos prometieron.
Ante un sumo sacerdote
sellaron el himeneo,
y por tálamo nos dieron
uno de yerbas y flores.
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Aquella plácida noche
corría una leve brisa
y su delicado roce
avivaba nuestro goce.
Su cautivadora risa,
que del ribazo salía
en la tibia oscuridad,
gozosa bañó la vega
y la dulce sequedad
del aroma de la siega.
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Pero aquel siniestro viento
que brotó desde el abismo
en un instante, allí mismo,
se llevó el encantamiento
de la gloria al tormento.
Con las sombras por cobijo
surgió un te quiero del agua
flotando como un suspiro,
como una chispa en la fragua
cayendo sobre un gemido.
Se fue entre espumas del rio,
entre piedras y quejidos
y, entre deseos perdidos
allí me dejó, en la orilla,
quebrado por el destino,
llorando por mi ondina…
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En mi locura, hoy, recuerdo,
de aquella noche de amor,
el fuego de su mirada
que cambió con su fulgor
mi breve razón… ¡por nada!.
¡Ay…!, mi ondina plateada.