Marino9 tienes razón, la veleta está torcida y quizás el tejado no esté para muchos trotes. Pero hasta que tenía doce años, viví en lo que hoy es la Casa de la Cultura y desde el balcón de la cocina, me gustaba observar a las cigüeñas y oirlas cascar el ajo. Quizás por esos recuerdos de mi niñez me gustó volverlas a ver en la torre haciendo el nido.