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HERRERA DE PISUERGA: El "comementario" me ha quedado un poco largo, ¿no?...

Después de la celebración del cincuentenario de la quinta del 64, animé en un
comementario a que, alguien se decidiera a contar alguna "batallita" curiosa
que le hubiera sucedido, durante el servicio militar. Seguro que todos tienen al
-go que decir, pero voy a romper el hielo, para que otros sigan:
Después de jurar bandera, nos dieron unos dias de permiso. A mis 17 años, tenía
unas ganas terribles de volver a casa, pero en ese momento, en mi bolsillo solo
había 5 duros. Así que, no lo pensé dos veces y me eché a la carretera a hacer
Auto-stop. Llovía a cántaros y no paraba nadie, pero cuando me disponía a volver
al cuartel, me paró un camión. Era un viejo Pegaso, con volante a la izquierda.
En la cabina viajaban el conductor y su ayudante; entonces era así. Eran dos
asturianos extraordinarios de buen corazón. Para empezar y viendo que estaba ca
-lado hasta los huesos, me dieron una mante que me vino de perlas.
Cuando llegamos a Los Ángeles de San Rafael, pararon para cenar. Yo me acerqué
a la barra para pedir un bocadillo, pero éllos me llevaron a la mesa para cenar
los tres. Me invitaron, diciendo que ya sabían lo que era la mili y que a veces,
no hay dinero. Yo no me lo podía creer, pero así ocurrió. Continuamos viaje hasta
Valladolid para pasar la noche. Yo me hacía mis cuentas y pensé que me dejarían
dormir en la cama del camión, pero en el catre ya venía dormido el ayudante.
Así que, el buenazo del chofer me dijo: venga chaval, vamos a buscar un sitio
para dormir. Fuimos a una pensión y me dijo que no me preocupase; que pagaba él.
Y en una espaciosa habitación con dos camas, pasé la noche en compañía de un
Ángel caido del mismo Cielo. La historia es dificil de creer, pero es cierta.
A la mañana siguiente, seguimos viaje hasta Palencia, que era fin de trayecto,
pues cargarían el camión de paja y regresarían a Asturias.
Y ya en la zona del Cristo del Otero, me despedí de esta buena gente, que aún
hoy los recuerdo y así sera miestras viva. Pero mi buena estrella, siguió en lo
alto de mi cabeza y después de irse el camión, paró una DKV sin que yo hubiera
hecho ninguna señal para que parase. El chofer me había conocido, pues era el
que transportaba el suministro alimentario, en el Campamento de Somo, en el que
estuve dos años. Y doy por terminada mi historia real, dificil de creer, pero es
totalmente verídica. Un saludo.

El "comementario" me ha quedado un poco largo, ¿no? Y el volante del camión no
estaba a la izquierda, sino a la derecha. ¿Lo hicieron para Inglaterra?