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Esta foto produce melancolía y recuerdos de la preciosa vista de las huertas que parecían trazadas con tiralíneas y decoradas como un auténtico jardín.
Esta parte siempre fue más fea pero, entre el camino y el río era como una competición de perfectas plantaciones que formaban un mosaico vivo que iba cambiando según la época y en verano alcanzaba su esplendor. Era nuestro mar relajante, tranquilo y lleno de vida fruto del trabajo paciente y metódico de muchas personas de Herrera que parecía que competían en tener el huerto más bonito.
Llegó la evolución, en forma de circunvalación, y nos quitó la vista y privó a los viajeros cruzar el pueblo. No podemos ir contra la evolución porque es necesaria pero no podrán quitarnos el recuerdo que después de tantos años sigue vivo en nuestra mente y convierte esta foto en lo que es su día fue.
Esta parte siempre fue más fea pero, entre el camino y el río era como una competición de perfectas plantaciones que formaban un mosaico vivo que iba cambiando según la época y en verano alcanzaba su esplendor. Era nuestro mar relajante, tranquilo y lleno de vida fruto del trabajo paciente y metódico de muchas personas de Herrera que parecía que competían en tener el huerto más bonito.
Llegó la evolución, en forma de circunvalación, y nos quitó la vista y privó a los viajeros cruzar el pueblo. No podemos ir contra la evolución porque es necesaria pero no podrán quitarnos el recuerdo que después de tantos años sigue vivo en nuestra mente y convierte esta foto en lo que es su día fue.