Ante esta
fotografía de las
campanas de la
Iglesia, me viene a la memoria una ocurrencia que tuvo D. Felix, cuando
todos eramos "mozos". Entre otras cosas, este párroco, que tantos años estuvo en Herrera, era famoso por sus ser-
mones tremendamente eternos. Pues bien, este hombre mandó colocar altavoces en la
torre, para que sus sermones
llegasen a oidos de las personas, que por diversas causas se veían en la necesidad de trabajar en el
campo los
Domingos. ¡Había que oirle!. ¡Qué cosas les decía!.
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