Ante esta fotografía de las campanas de la Iglesia, me viene a la memoria una ocurrencia que tuvo D. Felix, cuando
todos eramos "mozos". Entre otras cosas, este párroco, que tantos años estuvo en Herrera, era famoso por sus ser-
mones tremendamente eternos. Pues bien, este hombre mandó colocar altavoces en la torre, para que sus sermones
llegasen a oidos de las personas, que por diversas causas se veían en la necesidad de trabajar en el campo los
Domingos. ¡Había que oirle!. ¡Qué cosas les decía!. Trabajar en días de fiesta, era pecado mortal y las llamas del
infierno les estaba esperando. ¡Qué insultos!. En fin, era D. Felix.
todos eramos "mozos". Entre otras cosas, este párroco, que tantos años estuvo en Herrera, era famoso por sus ser-
mones tremendamente eternos. Pues bien, este hombre mandó colocar altavoces en la torre, para que sus sermones
llegasen a oidos de las personas, que por diversas causas se veían en la necesidad de trabajar en el campo los
Domingos. ¡Había que oirle!. ¡Qué cosas les decía!. Trabajar en días de fiesta, era pecado mortal y las llamas del
infierno les estaba esperando. ¡Qué insultos!. En fin, era D. Felix.
Además, si vivías encima de donde estaba la central de teléfonos de la calle Real, como era mi caso, los domingos era imposible dormir algo más. Parecía que tenía el altavoz en la oreja. Las campanas ya las tenía asimiladas aunque también sobresaltaban.
Yo, si fuera académico de la Real Academia incluiría en la palabra "SERMÓN" otra acepción que sería: "despertador dominical matutino imposible de parar". Las verdad es que no se cortaba para echar una bronca a alguien en cualquier sitio.
Otro de sus entretenimientos era subirse al coro y cantar acompañándose del órgano. Eran momentos en los que la iglesia se quedaba vacía, no lo aguantaba ni el Sr. Marcial.
Supongo que eso habrá pasado en muchos pueblos.
Yo, si fuera académico de la Real Academia incluiría en la palabra "SERMÓN" otra acepción que sería: "despertador dominical matutino imposible de parar". Las verdad es que no se cortaba para echar una bronca a alguien en cualquier sitio.
Otro de sus entretenimientos era subirse al coro y cantar acompañándose del órgano. Eran momentos en los que la iglesia se quedaba vacía, no lo aguantaba ni el Sr. Marcial.
Supongo que eso habrá pasado en muchos pueblos.