Foreros, seguimos con las calles de Herrera...
CALLE REAL- Arranca esta calle de la calzada que conduce de Palencia a Santander. Enlace entre las tierras de Castilla con el mar, en el Cantábrico, por viejas losas romanas de Pisoraca a Portius Blandius, Suances y Santander. Antiguamente dejando el camino que entraba en la Villa de Herrera pasaba por el arco-torreón de Ntra. Señora de la Piedad. Encontramos algunos documentos que nos hablan de esta entrada. Hasta mediados de este siglo se podían contemplar algunos de sus restos en el Paseo de los Tilos, a uno y otro lado.
Calle Real, arteria principal de cualquier villa que conduce al corazón de ella que siempre es la Plaza Mayor... y que siempre es el centro de la vida local, esté o no esté en el centro geográfico. La nuestra lo está. Calle estrecha con nuevas construcciones de ladrillo y cemento, donde se conservan viejas construcciones como la casona o palacio de los Ferrera. Con su blasón de calderas y sierpes, decendientes de los Laras y emparentados con los posteriores señores de la Villa, el linaja de los Fernández de Velasco. Ahora esta calle no llega con el mismo nombre a desembocar hasta la Plaza. Exigencia de los tiempos han hecho que el último tramo en el primer tercio de siglo se dedicase a un hijo ilustre de nuestra Ciudad, D. Marcelino Arana, Ingeniero Agrónomo. Se amplia la calle en la Placilla de Santa Ana y se toma el fresco bajo el centenario árbol de viejos brazos y tupida sombra. Es la calle propicia para los desfiles cangrejeros, para subir y bajar a Nuestra Señora desde su casa de la ermita a la parroquial cuando damos comienzo el mes de septiembre.
PLAZA DE SANTA ANA- Lugar recoleto y familiar, limpia y soleada, arremansada. En ella tiene su entrada el templo parroquial de Santa Ana, de la que recibe el nombre, con su bonita y artística reja. Un buen número de ordenados árboles sombrean en verano la reseca planicie de losetas a colores. Lugar agradable para el sosiego y el descanso de los ancianos e intercambio amigo de nuestros veraneantes. Un grupo de farolas adorna el entorno. En esta plaza se sitúa la casa rectoral adosada al templo parroquial. Hasta principio de siglo la placilla de Santa Ana era el cementrio paroquial. Era normal. Los enterramientos empezaron a hacerse en el interior de los templos, después, por razones de sanidad, estuvieron en las proximidades de los mismos. Aquí en Herrera se enterraba en Santa Ana, en Santa María, en la Ermita y en el convento de San Bernardino. Parroquias muy cerca a la nuestra, como son Ventosa, Villabermudo, Zorita, Villaprovedo, Revilla... también lo tuvieron delante de la entrada del templo y es la fachada que conservan, como restos, las tapias del cementerio.
La Placilla de Santa Ana tiene una ampliación o prolongación hacia el lado izquierdo hasta la trasversal de la calle Antonio Arana. En ella hay varios comercios. Cabe destacar la magnífica mansión de los señores de Nogales, señores de Salazar, con su espléndido blasón en la esquina con la calle Barquillo. En esta casona renovada sobresale el escudo de la familia de los Salazar.
Por hoy me despido de todos. A los herrerenses que se encuentren en Herrera les deseo que tengan hoy una feliz CENA SUECA y unas estupendas fiestas del Cangrejo. Saludos.
CALLE REAL- Arranca esta calle de la calzada que conduce de Palencia a Santander. Enlace entre las tierras de Castilla con el mar, en el Cantábrico, por viejas losas romanas de Pisoraca a Portius Blandius, Suances y Santander. Antiguamente dejando el camino que entraba en la Villa de Herrera pasaba por el arco-torreón de Ntra. Señora de la Piedad. Encontramos algunos documentos que nos hablan de esta entrada. Hasta mediados de este siglo se podían contemplar algunos de sus restos en el Paseo de los Tilos, a uno y otro lado.
Calle Real, arteria principal de cualquier villa que conduce al corazón de ella que siempre es la Plaza Mayor... y que siempre es el centro de la vida local, esté o no esté en el centro geográfico. La nuestra lo está. Calle estrecha con nuevas construcciones de ladrillo y cemento, donde se conservan viejas construcciones como la casona o palacio de los Ferrera. Con su blasón de calderas y sierpes, decendientes de los Laras y emparentados con los posteriores señores de la Villa, el linaja de los Fernández de Velasco. Ahora esta calle no llega con el mismo nombre a desembocar hasta la Plaza. Exigencia de los tiempos han hecho que el último tramo en el primer tercio de siglo se dedicase a un hijo ilustre de nuestra Ciudad, D. Marcelino Arana, Ingeniero Agrónomo. Se amplia la calle en la Placilla de Santa Ana y se toma el fresco bajo el centenario árbol de viejos brazos y tupida sombra. Es la calle propicia para los desfiles cangrejeros, para subir y bajar a Nuestra Señora desde su casa de la ermita a la parroquial cuando damos comienzo el mes de septiembre.
PLAZA DE SANTA ANA- Lugar recoleto y familiar, limpia y soleada, arremansada. En ella tiene su entrada el templo parroquial de Santa Ana, de la que recibe el nombre, con su bonita y artística reja. Un buen número de ordenados árboles sombrean en verano la reseca planicie de losetas a colores. Lugar agradable para el sosiego y el descanso de los ancianos e intercambio amigo de nuestros veraneantes. Un grupo de farolas adorna el entorno. En esta plaza se sitúa la casa rectoral adosada al templo parroquial. Hasta principio de siglo la placilla de Santa Ana era el cementrio paroquial. Era normal. Los enterramientos empezaron a hacerse en el interior de los templos, después, por razones de sanidad, estuvieron en las proximidades de los mismos. Aquí en Herrera se enterraba en Santa Ana, en Santa María, en la Ermita y en el convento de San Bernardino. Parroquias muy cerca a la nuestra, como son Ventosa, Villabermudo, Zorita, Villaprovedo, Revilla... también lo tuvieron delante de la entrada del templo y es la fachada que conservan, como restos, las tapias del cementerio.
La Placilla de Santa Ana tiene una ampliación o prolongación hacia el lado izquierdo hasta la trasversal de la calle Antonio Arana. En ella hay varios comercios. Cabe destacar la magnífica mansión de los señores de Nogales, señores de Salazar, con su espléndido blasón en la esquina con la calle Barquillo. En esta casona renovada sobresale el escudo de la familia de los Salazar.
Por hoy me despido de todos. A los herrerenses que se encuentren en Herrera les deseo que tengan hoy una feliz CENA SUECA y unas estupendas fiestas del Cangrejo. Saludos.