Buenas tardes, marino9:
Buena memoria demuestras al hacer un comentario tan extenso, sobre las atracciones y puestos de golosinas, y todo
lo demás en la plaza. Después, me he puesto yo también, a recordar las cosas que había en la Plaza Mayor, durante la
"Función". Había una señora vendiendo avellanas, que era habitual en las Fiestas, tenía un sitio fijo; la puerta del
Café Español. Algo típico y además herrerense, era la Caseta de Tiro del señor Isidro Vargas, con aquellos aviones
que se deslizaban por un alambre hasta explotar la "bomba" que llevaban en el morro. La Banda de Música de León,
del Ejército del Aire, fué la mejor y más grande que se vió en Herrera. Esto fué posible porque Eusebio Salvador,
Alcalde de aquel tiempo, tenía un hermano, José María, que era General de Aviación. También, en una de las ventanas
del Ayuntamiento, se vendían por la mañana, las entradas para los Toros. Entre los carameleros, había uno habitual
y muy conocido por su buena estatura, y su enorme "napia". Se llamaba Antonio Lamadrid y siempre le acompañaba una
chica pequeñita, morena y vivaracha;él la llamaba sobrina. Esta pareja peculiar, regentó años después un bar que
antes se llamó "Bar La Rioja". Y nada más. ¡Viejos y nostálgicos tiempos!
Buena memoria demuestras al hacer un comentario tan extenso, sobre las atracciones y puestos de golosinas, y todo
lo demás en la plaza. Después, me he puesto yo también, a recordar las cosas que había en la Plaza Mayor, durante la
"Función". Había una señora vendiendo avellanas, que era habitual en las Fiestas, tenía un sitio fijo; la puerta del
Café Español. Algo típico y además herrerense, era la Caseta de Tiro del señor Isidro Vargas, con aquellos aviones
que se deslizaban por un alambre hasta explotar la "bomba" que llevaban en el morro. La Banda de Música de León,
del Ejército del Aire, fué la mejor y más grande que se vió en Herrera. Esto fué posible porque Eusebio Salvador,
Alcalde de aquel tiempo, tenía un hermano, José María, que era General de Aviación. También, en una de las ventanas
del Ayuntamiento, se vendían por la mañana, las entradas para los Toros. Entre los carameleros, había uno habitual
y muy conocido por su buena estatura, y su enorme "napia". Se llamaba Antonio Lamadrid y siempre le acompañaba una
chica pequeñita, morena y vivaracha;él la llamaba sobrina. Esta pareja peculiar, regentó años después un bar que
antes se llamó "Bar La Rioja". Y nada más. ¡Viejos y nostálgicos tiempos!