Araceli era una de esas veraneantes fieles a Herrera. Un día su padre llevó a toda su gran familia (eran 7) a pasar un verano, en los años 70 y desde entonces siempre regresó y contagió su pasión a Alfred, su marido y a sus chicos, Iker y Eleder. Hace unos días, Araceli se ha ido pero aún nos queda el rastro de su sonrisa y sus ojos en la memoria de sus amigas y amigos por las calles de este, también, su pueblo. Adiós Araceli Herrera. Te queremos (La Lydia)