HERRERA SE MUERE. Tiene la misma enfermedad que todos los pueblos de Castilla. En los años sesenta era el pueblo mejor arreglado, de Palencia y de Burgos. Campo de futbol. Mercado cerrado. plaza de toros. Con alcantarillado y calles asfaltadas. Comercio. Algunas pequeñas fábricas, y fértiles huertas. era como una pequeña ciudad con influencias en los pueblos del entono que, acudian a mercar. La despoblación del campo en un principio benefició al pueblo, pues algunos agricultores de los pueblos colindantes se fueron a vivir albur de mejores servicios. Los que emigraron, gente joven, tenían sus fuertes rices, en el pueblo, y siempre que podían regresaban a visitar su padres o hermanos. Al disponer de mas dinero del que disponían cuando estaban en el pueblo, corría la moneda, y el pueblo tenía mucha vitalidad. Ademas estaba la caza y la pesca. Por aquellos años se inventó el día del cangrejo. Pero
los años pasan, y en pocos años el panorama cambió negativamente. Los viejos padres iban muriendo, y los hijos no tenían motivos para visitar asidua-mente el pueblo (Ese es mi caso) La agricultura extensiva se cargó las hurtas y la caza. Las pequeñas industrias desaparecieron, al igual que el mercado. Hoy a Herrera donde cada vez voy menos, pues no tengo motivos para hacerlo, lo veo como un pueblo triste y desaprovechado. A pesar de estar bonito y bastante bien cuidado, por sus parques y plazas, apenas transita nadie, y en sus bares, algún que otro jubildo, toma su café. Ese es el panorama de un día ordinario, que yo contemplo cundo voy.
los años pasan, y en pocos años el panorama cambió negativamente. Los viejos padres iban muriendo, y los hijos no tenían motivos para visitar asidua-mente el pueblo (Ese es mi caso) La agricultura extensiva se cargó las hurtas y la caza. Las pequeñas industrias desaparecieron, al igual que el mercado. Hoy a Herrera donde cada vez voy menos, pues no tengo motivos para hacerlo, lo veo como un pueblo triste y desaprovechado. A pesar de estar bonito y bastante bien cuidado, por sus parques y plazas, apenas transita nadie, y en sus bares, algún que otro jubildo, toma su café. Ese es el panorama de un día ordinario, que yo contemplo cundo voy.