León Felipe Camino, en su versión de “Cántico de las Criaturas, de S. Francisco”:
Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
Que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor.
El río, simepre el mismo, siempre diferente. Las aguas parecen quietas, y nunca son las mismas. Reflejan los árboles y reflejan nuestras vidas.