Lo hermoso de las fotografía es que las imágenes siempre son diferentes. Recogen un momento de una realidad viva, en cambio contínuo, que exige ver y captar el instante. Ahí están esas palomas que revoloteaban por la vega en aquel momento y en aquel preciso lugar. Entre el cielo y la tierra, con el fondo de la montaña palentina, la bandada de palomas nos dejan su imagen.