En un artículo del Norte de Castilla (21.VI.2007) sobre familias numerosas
Aparecen Concepción Roldán y Elpidia Polanco con su fotos y comentarios. Merece la pena recogerlo aquí, textualmente para la historia del pueblo .
"Concepción Roldán Vega y Elpidia Polanco Primo encabezan en La Vid de Ojeda a una generación de mujeres muy diferente a la actual. Ajenas a los discursos de hoy en día sobre igualdad de género, acceso de la mujer a los puestos de dirección o conciliación de la vida laboral y familiar, vivieron otra época en la que lo lógico y casi establecido era rubricar con trabajo y cariño el sacrificio de una vida dedicada por completo a la familia.
La primera se casó a los 20 años con Teodoro Fuentes Andrés, con quien tuvo 11 hijos. La segunda contrajo matrimonio con Julio Fuentes Andrés cuando apenas tenía 23 años, consciente de que debía demostrar la madurez y el compromiso suficientes para criar a 10 hijos en el medio rural, con las dificultades que pintaba una época en la que la escasez era el denominador común de todo. Su testimonio sirve para comprender el avance de una sociedad que cada día se vuelve más desarraigada y egoísta, más autónoma y despegada. «No entiendo de qué se quejan ahora muchas mujeres, se ahogan en un vaso de agua. Nosotras no solo teníamos que estar pendientes de la casa y de los hijos, sino que además teníamos que ayudar en el campo, arando, trillando o acarreando, cuando la agricultura era más ruda. Apenas dormíamos, y algún día no teníamos tiempo ni para comer», recuerda Elpidia.
Al instante, Concepción continúa señalando que aquello era terrible, especialmente cuando había que lavar la ropa a mano en el río o en el tojo, dependiendo de la época del año. «Anochecía y seguíamos allí frotando, incluso en invierno teníamos que romper el hielo para poder mojar la ropa. No sentíamos las manos», señala Concepción, que reconoce que a pesar de todo mereció la pena vivir todo aquello.
Líderes de dos familias numerosas, a las dos cuñadas les cuesta entender cuáles son los motivos que hay detrás de las bajas tasas de natalidad. «Hay parejas que se obsesionan con el trabajo y la buena vida y no quieren obligaciones. No saben ni aprecian lo que un hijo te puede llegar a dar», afirma Elpidia, mientras Concepción manifiesta que si se estudia la situación de ayer y la de hoy y se tienen en cuenta las comodidades actuales, la situación tendría que ser a la inversa. «Antes no teníamos nada, pero nos apretábamos el cinturón. Ahora tienen de todo, y lo tienen desabrochado. Tienen toda la formación y los estudios necesarios, pero nada», lamenta Roldán Vega.
Los avances en materia de salud y de ginecología también deberían haber influido, aseguran. Los rigurosos controles y exámenes que se efectúan en la actualidad a las embarazadas no fueron los mismos que recibieron ellas. «Pero tampoco vamos a tirar todo por tierra. Al médico Don Eugenio le teníamos casi en exclusividad para nosotras solas», bromean las dos jubiladas, mientras van recordando entre risas el nombre de las comadronas que les atendieron en los partos. «Tanis, Juliana, y había alguna más, pero no me acuerdo. Con tanto ajetreo, cómo para acordarse», ironizan.
En alguna ocasión se dio la coincidencia de que ambas se encontraban embarazadas al mismo tiempo. De hecho, dos de sus hijos, Conchi y Tino, se llevan solo un día de diferencia. «Nos tenían que haber dado un premio por fomentar la natalidad en los pueblos, como hacen ahora. ¿Cómo aguantaríamos tanto?», se preguntan las dos mientras siguen riendo y recordando como anécdota que la escuela también la tenían casi en exclusividad.
La unión que han mantenido a lo largo de estos años, primero como vecinas del pueblo y amigas, después como cuñadas, ha servido también para superar los baches difíciles. «Hemos trabajado y peleado mucho, hemos sufrido lo impensable, especialmente tras el fallecimiento de los esposos, que eran nuestro otro yo, nuestra otra mitad. Pero hemos sido muy muy felices», matizan Concepción y Elpidia, que con 80 y 79 años, respectivamente, dejan pasar el trago amargo y difícil de aquellos años con las alegrías que les brinda una familia numerosa. La primera, con 15 nietos y dos biznietos. La segunda, con 13 nietos. «Imagínate cómo nos lo pasamos todos juntos en las Navidades o en cualquier celebración o acontecimiento que hay en la familia», concluyen ambas, orgullosas de haber logrado trasmitir a sus hijos el amor y la ilusión por una familia unida".
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Aparecen Concepción Roldán y Elpidia Polanco con su fotos y comentarios. Merece la pena recogerlo aquí, textualmente para la historia del pueblo .
"Concepción Roldán Vega y Elpidia Polanco Primo encabezan en La Vid de Ojeda a una generación de mujeres muy diferente a la actual. Ajenas a los discursos de hoy en día sobre igualdad de género, acceso de la mujer a los puestos de dirección o conciliación de la vida laboral y familiar, vivieron otra época en la que lo lógico y casi establecido era rubricar con trabajo y cariño el sacrificio de una vida dedicada por completo a la familia.
La primera se casó a los 20 años con Teodoro Fuentes Andrés, con quien tuvo 11 hijos. La segunda contrajo matrimonio con Julio Fuentes Andrés cuando apenas tenía 23 años, consciente de que debía demostrar la madurez y el compromiso suficientes para criar a 10 hijos en el medio rural, con las dificultades que pintaba una época en la que la escasez era el denominador común de todo. Su testimonio sirve para comprender el avance de una sociedad que cada día se vuelve más desarraigada y egoísta, más autónoma y despegada. «No entiendo de qué se quejan ahora muchas mujeres, se ahogan en un vaso de agua. Nosotras no solo teníamos que estar pendientes de la casa y de los hijos, sino que además teníamos que ayudar en el campo, arando, trillando o acarreando, cuando la agricultura era más ruda. Apenas dormíamos, y algún día no teníamos tiempo ni para comer», recuerda Elpidia.
Al instante, Concepción continúa señalando que aquello era terrible, especialmente cuando había que lavar la ropa a mano en el río o en el tojo, dependiendo de la época del año. «Anochecía y seguíamos allí frotando, incluso en invierno teníamos que romper el hielo para poder mojar la ropa. No sentíamos las manos», señala Concepción, que reconoce que a pesar de todo mereció la pena vivir todo aquello.
Líderes de dos familias numerosas, a las dos cuñadas les cuesta entender cuáles son los motivos que hay detrás de las bajas tasas de natalidad. «Hay parejas que se obsesionan con el trabajo y la buena vida y no quieren obligaciones. No saben ni aprecian lo que un hijo te puede llegar a dar», afirma Elpidia, mientras Concepción manifiesta que si se estudia la situación de ayer y la de hoy y se tienen en cuenta las comodidades actuales, la situación tendría que ser a la inversa. «Antes no teníamos nada, pero nos apretábamos el cinturón. Ahora tienen de todo, y lo tienen desabrochado. Tienen toda la formación y los estudios necesarios, pero nada», lamenta Roldán Vega.
Los avances en materia de salud y de ginecología también deberían haber influido, aseguran. Los rigurosos controles y exámenes que se efectúan en la actualidad a las embarazadas no fueron los mismos que recibieron ellas. «Pero tampoco vamos a tirar todo por tierra. Al médico Don Eugenio le teníamos casi en exclusividad para nosotras solas», bromean las dos jubiladas, mientras van recordando entre risas el nombre de las comadronas que les atendieron en los partos. «Tanis, Juliana, y había alguna más, pero no me acuerdo. Con tanto ajetreo, cómo para acordarse», ironizan.
En alguna ocasión se dio la coincidencia de que ambas se encontraban embarazadas al mismo tiempo. De hecho, dos de sus hijos, Conchi y Tino, se llevan solo un día de diferencia. «Nos tenían que haber dado un premio por fomentar la natalidad en los pueblos, como hacen ahora. ¿Cómo aguantaríamos tanto?», se preguntan las dos mientras siguen riendo y recordando como anécdota que la escuela también la tenían casi en exclusividad.
La unión que han mantenido a lo largo de estos años, primero como vecinas del pueblo y amigas, después como cuñadas, ha servido también para superar los baches difíciles. «Hemos trabajado y peleado mucho, hemos sufrido lo impensable, especialmente tras el fallecimiento de los esposos, que eran nuestro otro yo, nuestra otra mitad. Pero hemos sido muy muy felices», matizan Concepción y Elpidia, que con 80 y 79 años, respectivamente, dejan pasar el trago amargo y difícil de aquellos años con las alegrías que les brinda una familia numerosa. La primera, con 15 nietos y dos biznietos. La segunda, con 13 nietos. «Imagínate cómo nos lo pasamos todos juntos en las Navidades o en cualquier celebración o acontecimiento que hay en la familia», concluyen ambas, orgullosas de haber logrado trasmitir a sus hijos el amor y la ilusión por una familia unida".
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