El capitel, dentro del edificio románico, cumple una doble función: estructural e ilustrativa. En él se apoyan los arcos que sostienen las bóvedas, las arquivoltas de portadas y ventanales, los arquillos de frisos o de galerías porticadas; ocasionalmente se ubican bajo las cornisas, cumpliendo la misma función que los canecillos y a veces incluso rematan las columnillas que soportan las mesas de altar. Sin embargo el capitel románico es ante todo el exponente de la plástica del momento ya que en estas piezas, exentas o adosadas, se concentran especialmente las decoraciones escultóricas.
Desde un punto de vista estético, el capitel románico deriva del clásico corintio, de modo que uno de los motivos más utilizados es la vegetación, y especialmente aquella basada en el acanto de origen greco-romano, rematado muchas veces en volutas, aunque sin desdeñar otros tipos como el helecho, también empleado con profusión, o el crochet, sencilla hoja plana rematada en bola colgante y que constituye uno de los prototipos más claramente románicos (http://www.santamarialareal.org/).
Desde un punto de vista estético, el capitel románico deriva del clásico corintio, de modo que uno de los motivos más utilizados es la vegetación, y especialmente aquella basada en el acanto de origen greco-romano, rematado muchas veces en volutas, aunque sin desdeñar otros tipos como el helecho, también empleado con profusión, o el crochet, sencilla hoja plana rematada en bola colgante y que constituye uno de los prototipos más claramente románicos (http://www.santamarialareal.org/).