Jirones de lana
07.12.08 -
JOSÉ LUIS DE ROMÁN
Aquella mañana, que solía ser sábado, te levantaban de la cama con más brío aún que de
costumbre. Había que lavar el colchón. Entonces se iniciaba un proceso que duraba todo el fin de semana. Eso era lo peor de los colchones de lana.
Una vez lavadas, las vedijas eran extendidas para su secado, tras lo cual llegaba el momento de varear, y aquello tenía dos componentes inseparables, que por una parte proporcionaban placer y por otra cansancio
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