Al lado de las
fuentes, pasaba una presa con bastante
agua, y en el
invierno había unos berros espectaculares, se tenían que coger con un rastro para no mojarnos, luego los cortábamos fuera y los lavábamos en las fuentes.
No hace muchos años, nos juntábamos con las de Villalba, y en aquellas mesas jugábamos a las cartas.