Leyenda de la Ermita del Santo Cristo del Amparo La ermita del Santo Cristo del Amparo está situada en el término municipal de Guardo, en la carretera Magdalena, dirección León, a unos 2 kilómetros del centro del pueblo, aproximadamente.
Esta ermita, bajo la advocación de la Virgen del Carmen y Santo Cristo del Amparo, es el principal santuario de la devoción guardense. En torno a esta ermita y coincidiendo con las fiestas religiosas en los días de la víspera de la Ascensión, el Carmen y el primer domingo de septiembre, se reúnen en la explanada los devotos de toda la comarca.
Existe una leyenda preciosa que nos dice el motivo de la edificación de esta ermita del Santo Cristo del Amparo y que voy a relatar:
Hace muchos años, en una de las dependencias del castillo de Guardo (hoy desaparecido), había un Santo Cristo que no tenía brazos.
Vivía en el barrio de La Fuente, muy cerca del castillo, un niño llamado Miguel, que era muy piadoso y, a impulsos de su devoción, iba frecuentemente a visitarle, rezarle y llevarle flores. Y, entristecido por la falta de sus brazos, le hizo unos de madera arminozando su venerada presencia.
Pasando el tiempo, fue criado en la Casa Grande y, en uno de los viajes que hacía en mula al servicio de su señor, tuvo que vadear el río Esla por Gradefes y, a causa de la crecida, se le ahogó la mula y él se vio en tan grandes apuros de muerte, que prometió al Santo Cristo de su devoción hacerle una ermita si se salvaba.
Se salvó y, fiel a su promesa, vendió cuanto tenía, que no podía ser gran cosa dada su condición de criado, y comenzó a construir la ermita.
En un principio, toda la edificación se redujo a lo que es hoy la sacristía de la ermita. Trasladó al Santo Cristo a ella y puso un letrero que decía:
"A devoción de Miguel
y de apellido Santiago,
se va a hacer aquí una ermita
para el Cristo del Amparo".
Con las limosnas que iba recaudando y con la ayuda de 5000 reales que consiguió del rey, construyó lo que es hoy la ermita.
Esta ermita, bajo la advocación de la Virgen del Carmen y Santo Cristo del Amparo, es el principal santuario de la devoción guardense. En torno a esta ermita y coincidiendo con las fiestas religiosas en los días de la víspera de la Ascensión, el Carmen y el primer domingo de septiembre, se reúnen en la explanada los devotos de toda la comarca.
Existe una leyenda preciosa que nos dice el motivo de la edificación de esta ermita del Santo Cristo del Amparo y que voy a relatar:
Hace muchos años, en una de las dependencias del castillo de Guardo (hoy desaparecido), había un Santo Cristo que no tenía brazos.
Vivía en el barrio de La Fuente, muy cerca del castillo, un niño llamado Miguel, que era muy piadoso y, a impulsos de su devoción, iba frecuentemente a visitarle, rezarle y llevarle flores. Y, entristecido por la falta de sus brazos, le hizo unos de madera arminozando su venerada presencia.
Pasando el tiempo, fue criado en la Casa Grande y, en uno de los viajes que hacía en mula al servicio de su señor, tuvo que vadear el río Esla por Gradefes y, a causa de la crecida, se le ahogó la mula y él se vio en tan grandes apuros de muerte, que prometió al Santo Cristo de su devoción hacerle una ermita si se salvaba.
Se salvó y, fiel a su promesa, vendió cuanto tenía, que no podía ser gran cosa dada su condición de criado, y comenzó a construir la ermita.
En un principio, toda la edificación se redujo a lo que es hoy la sacristía de la ermita. Trasladó al Santo Cristo a ella y puso un letrero que decía:
"A devoción de Miguel
y de apellido Santiago,
se va a hacer aquí una ermita
para el Cristo del Amparo".
Con las limosnas que iba recaudando y con la ayuda de 5000 reales que consiguió del rey, construyó lo que es hoy la ermita.