Aunque todas temen al frío, muchas marroquíes llegan todos los
enrique rubio (efe) / marrueco
Vienen de las aldeas más remotas, todas dejan atrás a algún hijo, y, aunque temen al frío, no tienen miedo de abandonar sus casas y poner rumbo a España, donde 14.853 temporeras marroquíes ayudarán este año a recoger la fresa.
El número de mujeres que participarán este año en la campaña en Huelva, de las cuales 9.095 lo harán por primera vez, es superior a las 13.600 de la pasada y no deja de crecer desde las 760 que se contrataron en el año 2004.
En Mohamedía, una ciudad dormitorio de Casablanca, cientos de ellas se agolpaban en la Casa de la Juventud, con la esperanza de ser una de las elegidas para recoger la fresa a partir de este mes.
Engalanadas con sus mejores túnicas, que dan al proceso un toque colorido y casi festivo, esperan en el patio a que un representante de la agencia marroquí de empleo (Anapec) diga su nombre por un megáfono.
Nayat Chlih ha salido de madrugada de su pueblo en la provincia de Kenitra, al este de Casablanca, para meterse en un autobús y viajar durante siete horas hasta llegar a Mohamedía.
Ha dejado en la cama a su hija de cinco años, algo que volverá a hacer cuando embarque hacia España, donde recibirá 37 euros brutos por cada jornada de seis horas y media de trabajo. «No hay problema», dice, en un precario español, respecto a la separación. «Son tres meses nada más, y a cambio volveré con mucho dinero que necesitamos. Lo único que me da miedo es el frío». Las temporeras, que pueden ahorrar entre 3.000 y 4.000 euros en cada campaña, tienen que ocuparse en España solo de su manutención, ya que el viaje desde Tánger y el alojamiento corren a cargo del empresario, como explicó el alcalde de Cartaya (Huelva), Juan Antonio Millán, verdadera alma máter de este proyecto.
Prácticamente todas las mujeres que superaron la primera criba de la Anapec, cerca de un 95 por ciento, serán contratadas.
Pero, cada año, los criterios se han vuelto más selectivos para asegurarse de que el número de trabajadoras que se quedan en España cuando expira su contrato sea el menor posible.
enrique rubio (efe) / marrueco
Vienen de las aldeas más remotas, todas dejan atrás a algún hijo, y, aunque temen al frío, no tienen miedo de abandonar sus casas y poner rumbo a España, donde 14.853 temporeras marroquíes ayudarán este año a recoger la fresa.
El número de mujeres que participarán este año en la campaña en Huelva, de las cuales 9.095 lo harán por primera vez, es superior a las 13.600 de la pasada y no deja de crecer desde las 760 que se contrataron en el año 2004.
En Mohamedía, una ciudad dormitorio de Casablanca, cientos de ellas se agolpaban en la Casa de la Juventud, con la esperanza de ser una de las elegidas para recoger la fresa a partir de este mes.
Engalanadas con sus mejores túnicas, que dan al proceso un toque colorido y casi festivo, esperan en el patio a que un representante de la agencia marroquí de empleo (Anapec) diga su nombre por un megáfono.
Nayat Chlih ha salido de madrugada de su pueblo en la provincia de Kenitra, al este de Casablanca, para meterse en un autobús y viajar durante siete horas hasta llegar a Mohamedía.
Ha dejado en la cama a su hija de cinco años, algo que volverá a hacer cuando embarque hacia España, donde recibirá 37 euros brutos por cada jornada de seis horas y media de trabajo. «No hay problema», dice, en un precario español, respecto a la separación. «Son tres meses nada más, y a cambio volveré con mucho dinero que necesitamos. Lo único que me da miedo es el frío». Las temporeras, que pueden ahorrar entre 3.000 y 4.000 euros en cada campaña, tienen que ocuparse en España solo de su manutención, ya que el viaje desde Tánger y el alojamiento corren a cargo del empresario, como explicó el alcalde de Cartaya (Huelva), Juan Antonio Millán, verdadera alma máter de este proyecto.
Prácticamente todas las mujeres que superaron la primera criba de la Anapec, cerca de un 95 por ciento, serán contratadas.
Pero, cada año, los criterios se han vuelto más selectivos para asegurarse de que el número de trabajadoras que se quedan en España cuando expira su contrato sea el menor posible.