CONTINUACION DE JULIO AGOSTO.
Una vez segado todo el centeno. Se hacia un descanso hasta que se podía empezar con el trigo, avena y cebada.
De descanso nada, por que había que empezar a acarrear, como ya he comentado, todo el centeno.
Una vez terminado, o por lo menos lo mas fuerte, había que comenzar con la trilla y para eso tenían que preparar el terreno donde trillarlo.
La idea que yo tengo es, que con un trillo viejo y una pareja de vacas, iban humedeciendo el prado para que saliese bien la hierva y se quedase solo la tierra pero muy plana y consistente para poder preparar la trilla de forma que a la hora de recogerlo, se pudiera barrer bien y no quedaran granos en las hendiduras.
Este trabajo se hacia la víspera de empezar a trillar. Por la mañana pronto, había que ir a extender la trilla que consistía en ir bajando los haces de las cinas y de una forma muy peculiar, extenderlos sobre la trilla todos en la misma dirección, y con las espigas hacia arriba por que si no se hacia así, a la hora de entrar con las vacas y el trillo, se lo podían llevar todo por delante y la que se preparaba era gorda…
Así quedaba la trilla preparada, para cuando las vacas llegaban de pastar, se las uncía y caminito de la era con una buena vara y su aguijón, para usarle cuando fuera necesario…
Este trabajo era de lo mas divertido para los niños que lo hacían por entretenimiento; pero ni os cuento cómo era para los que teníamos que estar amarrados al trillo desde el principio al fin…Solamente veíamos un rayo de luz, cuando no había agua en el botijo y nos mandaban “AL CUERNO A POR ELLO…”Había veces, que cuando íbamos a beber, decíamos que estaba muy caliente, para que nos liberaran un ratito, pero siempre nos decían lo mismo…
! Y NO TE QUEDES POR HAY, MIRANDO A LAS MUSARAÑAS!...
Pero bueno eso no era lo peor, creo que lo peor, era cuando estabas pendiente del culo de la vaca y nada mas darte la vuelta, había hecho sus necesidades y el trillo había pasado por encima…
Te enterabas cuando oías una voz que decía…
! PERO ESA VACA…!
Ni acordarme quiero. Los días en la trilla, se hacían eternos; solo teníamos ojos para el camino por donde tenia que aparecer la madre con la comida.. Ese era el momento mas feliz, que antes de que ella llegara, ya habíamos parado las vacas y corríamos a la sombra…
Creo que las ultimas horas de la tarde, eran las peores; después de comer, el sueño se hacia patente y cada cinco minutos, preguntábamos; ¿cuando aparvamos?
A pesar del cansancio y lo que nos esperaba, el momento de montarnos en el aparvadero, era un alivio; el día ya se estaba terminando y como a partir de esa hora unos se quedaban en la era terminando de barrer y recoger y otros tenían que irse a segar el trigo o regar patatas, siempre eran los mas pequeños de la casa los que se quedaban con algún adulto.
Otro suplicio; Ya no se hacia vida de nadie y constantemente pidiendo la merienda… Pero la contestación era; que en lo que no se terminara de recoger,
“NADA DE NADA”.
Una vez segado todo el centeno. Se hacia un descanso hasta que se podía empezar con el trigo, avena y cebada.
De descanso nada, por que había que empezar a acarrear, como ya he comentado, todo el centeno.
Una vez terminado, o por lo menos lo mas fuerte, había que comenzar con la trilla y para eso tenían que preparar el terreno donde trillarlo.
La idea que yo tengo es, que con un trillo viejo y una pareja de vacas, iban humedeciendo el prado para que saliese bien la hierva y se quedase solo la tierra pero muy plana y consistente para poder preparar la trilla de forma que a la hora de recogerlo, se pudiera barrer bien y no quedaran granos en las hendiduras.
Este trabajo se hacia la víspera de empezar a trillar. Por la mañana pronto, había que ir a extender la trilla que consistía en ir bajando los haces de las cinas y de una forma muy peculiar, extenderlos sobre la trilla todos en la misma dirección, y con las espigas hacia arriba por que si no se hacia así, a la hora de entrar con las vacas y el trillo, se lo podían llevar todo por delante y la que se preparaba era gorda…
Así quedaba la trilla preparada, para cuando las vacas llegaban de pastar, se las uncía y caminito de la era con una buena vara y su aguijón, para usarle cuando fuera necesario…
Este trabajo era de lo mas divertido para los niños que lo hacían por entretenimiento; pero ni os cuento cómo era para los que teníamos que estar amarrados al trillo desde el principio al fin…Solamente veíamos un rayo de luz, cuando no había agua en el botijo y nos mandaban “AL CUERNO A POR ELLO…”Había veces, que cuando íbamos a beber, decíamos que estaba muy caliente, para que nos liberaran un ratito, pero siempre nos decían lo mismo…
! Y NO TE QUEDES POR HAY, MIRANDO A LAS MUSARAÑAS!...
Pero bueno eso no era lo peor, creo que lo peor, era cuando estabas pendiente del culo de la vaca y nada mas darte la vuelta, había hecho sus necesidades y el trillo había pasado por encima…
Te enterabas cuando oías una voz que decía…
! PERO ESA VACA…!
Ni acordarme quiero. Los días en la trilla, se hacían eternos; solo teníamos ojos para el camino por donde tenia que aparecer la madre con la comida.. Ese era el momento mas feliz, que antes de que ella llegara, ya habíamos parado las vacas y corríamos a la sombra…
Creo que las ultimas horas de la tarde, eran las peores; después de comer, el sueño se hacia patente y cada cinco minutos, preguntábamos; ¿cuando aparvamos?
A pesar del cansancio y lo que nos esperaba, el momento de montarnos en el aparvadero, era un alivio; el día ya se estaba terminando y como a partir de esa hora unos se quedaban en la era terminando de barrer y recoger y otros tenían que irse a segar el trigo o regar patatas, siempre eran los mas pequeños de la casa los que se quedaban con algún adulto.
Otro suplicio; Ya no se hacia vida de nadie y constantemente pidiendo la merienda… Pero la contestación era; que en lo que no se terminara de recoger,
“NADA DE NADA”.
