CÓMO PROCURABAN LLENAR LA DESPENSA A LO
LARGO DEL INVIERNO PARA LOS MESES DE VERANO
En los comentarios del inicio, ya he dejado claro que los agricultores vivían de lo que criaban y cosechaban y por consiguiente al no tener un sueldo que entrara en casa, tenían que arreglárselas con lo que producían.
Por eso y a parte de la matanza que procuraban curar y conservar en aquellas arcas de madera o en las ollas de barro donde guardaban los chorizos en manteca, que cuando se sacaban en verano, parecían recién hechos.
A parte de la matanza del cerdo, curaban una cecina, bien de ternera, bien de oveja, que era una delicia; y para el gusto de muchos, mejor que el jamón.
Cuando llegaban los meses de verano, también se tiraba de las ovejas o corderos para poner guisos de carne o con patatas o cocidos.
La que se mataba en verano, se le llamaba la cutrala y consistía en juntarse dos familias y hacerlo a medias. Como no había neveras, se guardaba en la mosquera.
Ésta consistía en un armario cuadrado de madera que se colgaba del techo y forrado con una tela metálica para que las moscas lo vieran, pero no lo tocaran.
Allí, lo mismo se guardaba el pescado que la carne y como estaba en la bodega que era el lugar mas fresco de la casa, duraba unos días.
De esta forma con todas esas provisiones, conseguían hacerle frente a aquellos trabajos que cuando se sentaban a comer, todo era poco.
Más de una vez le oía decir a mi madre, que en esos meses, se comía más que en todo el año. (Me refiero a los meses de la siega y recolección).
OTRO ACONTECIMIENTO FAMILIAR.
Si a finales del mes de Diciembre el tiempo no era demasiado frío, llegaba el momento de catar la miel de las abejas.
Esto por lo general había que aplazarlo para el mes de Enero que ya los días empezaban a ser algo mas grandes y el sol salía con algo mas de fuerza.
Así que un buen día se preparaban todos los aperos necesarios y allá que nos íbamos la familia en pleno.
Aquí cada uno teníamos una misión; pero eso si, con una ropa que no nos dejara nada al descubierto, por lo que pudiera pasar…
Era necesario estar bien preparados con el botafumeiro para cuando mi padre abriera la colmena; por que allí estaban ellas, preparadas y dispuestas a defender su territorio.
Solamente se las podía ahuyentar con el humo; así que el que lo tenia, estaba a salvo.
Esto consistía en una olla de barro, con el culo roto.
Se la llenaba de hierba seca, se prendía con una cerilla y al estar muy prensada, solo salía el humo; de esta forma al soplar y ponerla en la boca de la colmena, todas las abejas iban para la parte de atrás y así le dejaban a mi padre tranquilo hacer su trabajo.
Pero si por casualidad había ido alguna camuflada en algún panal, era muy normal que a mas de uno le sorprendiera en las manos cuando andábamos cogiendo algún trozo para probar…
Esta operación, solía durar unos dos días, y recuerdo que mi madre solía llevar de comida un arroz con pollo, que estaba delicioso.
Si hacia mas o menos bueno, lo comíamos en la campera al sol, pero si de lo contrario el dia estaba ario, comíamos dentro del colmenar.
Una vez terminado, seguíamos el proceso en casa con la extracción de la miel y la cera; con este aparato tan peculiar, que nada tiene que ver con los que existen ahora, pero que lo dejaba totalmente destilado para después guardar la miel en cubas de madera hasta que los meleros llegaran.
Una vez separada la miel de la cera el proceso de destilación de la ésta, se hacia en calderas de cobre y a la lumbre; de forma que las impurezas quedaban debajo y la cera Virgen subía hacia arriba.
Lo ponían en moldes hasta que se enfriaba y listo para cuando llegaran los cereros a parte de lo que se dejaba para hacer las velas que se gastaban en la casa o para alumbrar en la sepultura de la iglesia.
Era muy curioso ver cómo mi madre hacia las velas; extendía la cera cuando estaba a temperatura manejable y ponía en el centro un hilo apropiado.
Enrollaba la vela de forma uniforme y una vez con la figura y el grosor deseado, la dejaba enfriar hasta el día siguiente y lista para lucir.
Por cierto recuerdo que siempre que había una tormenta, se encendía la vela que siempre estaba en casa bendecida en la iglesia no se si el dia de Jueves Santo.
LARGO DEL INVIERNO PARA LOS MESES DE VERANO
En los comentarios del inicio, ya he dejado claro que los agricultores vivían de lo que criaban y cosechaban y por consiguiente al no tener un sueldo que entrara en casa, tenían que arreglárselas con lo que producían.
Por eso y a parte de la matanza que procuraban curar y conservar en aquellas arcas de madera o en las ollas de barro donde guardaban los chorizos en manteca, que cuando se sacaban en verano, parecían recién hechos.
A parte de la matanza del cerdo, curaban una cecina, bien de ternera, bien de oveja, que era una delicia; y para el gusto de muchos, mejor que el jamón.
Cuando llegaban los meses de verano, también se tiraba de las ovejas o corderos para poner guisos de carne o con patatas o cocidos.
La que se mataba en verano, se le llamaba la cutrala y consistía en juntarse dos familias y hacerlo a medias. Como no había neveras, se guardaba en la mosquera.
Ésta consistía en un armario cuadrado de madera que se colgaba del techo y forrado con una tela metálica para que las moscas lo vieran, pero no lo tocaran.
Allí, lo mismo se guardaba el pescado que la carne y como estaba en la bodega que era el lugar mas fresco de la casa, duraba unos días.
De esta forma con todas esas provisiones, conseguían hacerle frente a aquellos trabajos que cuando se sentaban a comer, todo era poco.
Más de una vez le oía decir a mi madre, que en esos meses, se comía más que en todo el año. (Me refiero a los meses de la siega y recolección).
OTRO ACONTECIMIENTO FAMILIAR.
Si a finales del mes de Diciembre el tiempo no era demasiado frío, llegaba el momento de catar la miel de las abejas.
Esto por lo general había que aplazarlo para el mes de Enero que ya los días empezaban a ser algo mas grandes y el sol salía con algo mas de fuerza.
Así que un buen día se preparaban todos los aperos necesarios y allá que nos íbamos la familia en pleno.
Aquí cada uno teníamos una misión; pero eso si, con una ropa que no nos dejara nada al descubierto, por lo que pudiera pasar…
Era necesario estar bien preparados con el botafumeiro para cuando mi padre abriera la colmena; por que allí estaban ellas, preparadas y dispuestas a defender su territorio.
Solamente se las podía ahuyentar con el humo; así que el que lo tenia, estaba a salvo.
Esto consistía en una olla de barro, con el culo roto.
Se la llenaba de hierba seca, se prendía con una cerilla y al estar muy prensada, solo salía el humo; de esta forma al soplar y ponerla en la boca de la colmena, todas las abejas iban para la parte de atrás y así le dejaban a mi padre tranquilo hacer su trabajo.
Pero si por casualidad había ido alguna camuflada en algún panal, era muy normal que a mas de uno le sorprendiera en las manos cuando andábamos cogiendo algún trozo para probar…
Esta operación, solía durar unos dos días, y recuerdo que mi madre solía llevar de comida un arroz con pollo, que estaba delicioso.
Si hacia mas o menos bueno, lo comíamos en la campera al sol, pero si de lo contrario el dia estaba ario, comíamos dentro del colmenar.
Una vez terminado, seguíamos el proceso en casa con la extracción de la miel y la cera; con este aparato tan peculiar, que nada tiene que ver con los que existen ahora, pero que lo dejaba totalmente destilado para después guardar la miel en cubas de madera hasta que los meleros llegaran.
Una vez separada la miel de la cera el proceso de destilación de la ésta, se hacia en calderas de cobre y a la lumbre; de forma que las impurezas quedaban debajo y la cera Virgen subía hacia arriba.
Lo ponían en moldes hasta que se enfriaba y listo para cuando llegaran los cereros a parte de lo que se dejaba para hacer las velas que se gastaban en la casa o para alumbrar en la sepultura de la iglesia.
Era muy curioso ver cómo mi madre hacia las velas; extendía la cera cuando estaba a temperatura manejable y ponía en el centro un hilo apropiado.
Enrollaba la vela de forma uniforme y una vez con la figura y el grosor deseado, la dejaba enfriar hasta el día siguiente y lista para lucir.
Por cierto recuerdo que siempre que había una tormenta, se encendía la vela que siempre estaba en casa bendecida en la iglesia no se si el dia de Jueves Santo.