La mecanización en la trilla
Después de largos años trillando de una manera tradicional con el trillo tirado por una pareja de vacas, se pasó a la mecanización de estas tareas con la aparición en el pueblo de una máquina que hacia las funciones del trillo, pero que era mucho menos costosa y más rápida para hacer el trabajo.
La persona que trajo esta máquina al pueblo fue mi padre, el cual trillaba la cosecha de las personas que querían por una cantidad de dinero a la hora.
Este trillo estaba compuesto por dos partes, un motor y una gran pieza por la que se metían los haces para que fueran triturados, saliendo la paja por un orificio trasero, que iba amontonando la paja. Estas dos piezas estaban unidas por una correa.
El funcionamiento consistía en que una persona se encargaba de meter los haces de paja poco a poco por una abertura grande que tenía, ya que si se metían grandes cantidades se corría el riesgo de que la maquinaria se atrancase y se paraba, teniendo que perder tiempo en desatrancarla. La rotura de alguna pieza suponía el retraso en finalizar la faena.
La paja que salía por la parte trasera, poco apoco se convertía e un gran montón de paja, del que había que estar pendiente que no taponara la salida, apartándolo y amontonándolo. La peor parte la llevaba la persona que se encargaba de meter la paja en la máquina. Todavía tengo la imagen de mi hermano metiendo en la máquina bajo un sol de justicia, sin camisa, lleno de ese polvillo que suelta la paja. Polvillo que se mete por todos los sitios y que no deja de picarte. ¡Qué negro acababa mi hermano el verano! Negro por fuera y negro por dentro. Pero sabéis que dice ahora recordando estos momentos, es para no creer, con lo duro que fue, pues que cuanto daría por poder vivir otra vez en esta época. ¿Increíble verdad?
Cuando el trillo funcionaba todo marchaba viento en popa, pero cuando había alguna avería o se rompía la correa, desastre total, siempre solía suceder cuando mas prisa se tenía en terminar.
En el momento que se terminaba la tarea de un vecino se pasaba a realizar la del siguiente, cambiando el trillo a la parte de la persona que había solicitado el servicio.
Si esto fue un adelanto, ya no os cuento cuando los “Renteros” compraron otra máquina mucho más moderna, ya que hacia todos los trabajos mas costosos, tales como trillar, veldar y meter el trigo en sacos.
Si todo lo anterior fueron avances increíbles, la aparición de la cosechadora fue lo más de lo más. Como se iba a imaginar que una máquina pudiera hacer todos los trabajos directamente en las tierras, de una manera rápida y sin esfuerzo. Fue toda una revolución. Ha sido tal el adelanto hasta el día de hoy, que incluso tienen la cabina cerrada con aire acondicionado y cadena musical.
Todos los que hemos vivido de alguna manera los momentos difíciles y duros del trabajo de nuestros abuelos, incluso nuestros padres lo de los suyos, ahora podemos valorar el todo lo que les tocó hacer en su momento. ¿Que dirían nuestro antepasados si tuvieran la oportunidad de ver hasta donde se ha llegado? Creo que no darían crédito a lo que vieran.
Después de largos años trillando de una manera tradicional con el trillo tirado por una pareja de vacas, se pasó a la mecanización de estas tareas con la aparición en el pueblo de una máquina que hacia las funciones del trillo, pero que era mucho menos costosa y más rápida para hacer el trabajo.
La persona que trajo esta máquina al pueblo fue mi padre, el cual trillaba la cosecha de las personas que querían por una cantidad de dinero a la hora.
Este trillo estaba compuesto por dos partes, un motor y una gran pieza por la que se metían los haces para que fueran triturados, saliendo la paja por un orificio trasero, que iba amontonando la paja. Estas dos piezas estaban unidas por una correa.
El funcionamiento consistía en que una persona se encargaba de meter los haces de paja poco a poco por una abertura grande que tenía, ya que si se metían grandes cantidades se corría el riesgo de que la maquinaria se atrancase y se paraba, teniendo que perder tiempo en desatrancarla. La rotura de alguna pieza suponía el retraso en finalizar la faena.
La paja que salía por la parte trasera, poco apoco se convertía e un gran montón de paja, del que había que estar pendiente que no taponara la salida, apartándolo y amontonándolo. La peor parte la llevaba la persona que se encargaba de meter la paja en la máquina. Todavía tengo la imagen de mi hermano metiendo en la máquina bajo un sol de justicia, sin camisa, lleno de ese polvillo que suelta la paja. Polvillo que se mete por todos los sitios y que no deja de picarte. ¡Qué negro acababa mi hermano el verano! Negro por fuera y negro por dentro. Pero sabéis que dice ahora recordando estos momentos, es para no creer, con lo duro que fue, pues que cuanto daría por poder vivir otra vez en esta época. ¿Increíble verdad?
Cuando el trillo funcionaba todo marchaba viento en popa, pero cuando había alguna avería o se rompía la correa, desastre total, siempre solía suceder cuando mas prisa se tenía en terminar.
En el momento que se terminaba la tarea de un vecino se pasaba a realizar la del siguiente, cambiando el trillo a la parte de la persona que había solicitado el servicio.
Si esto fue un adelanto, ya no os cuento cuando los “Renteros” compraron otra máquina mucho más moderna, ya que hacia todos los trabajos mas costosos, tales como trillar, veldar y meter el trigo en sacos.
Si todo lo anterior fueron avances increíbles, la aparición de la cosechadora fue lo más de lo más. Como se iba a imaginar que una máquina pudiera hacer todos los trabajos directamente en las tierras, de una manera rápida y sin esfuerzo. Fue toda una revolución. Ha sido tal el adelanto hasta el día de hoy, que incluso tienen la cabina cerrada con aire acondicionado y cadena musical.
Todos los que hemos vivido de alguna manera los momentos difíciles y duros del trabajo de nuestros abuelos, incluso nuestros padres lo de los suyos, ahora podemos valorar el todo lo que les tocó hacer en su momento. ¿Que dirían nuestro antepasados si tuvieran la oportunidad de ver hasta donde se ha llegado? Creo que no darían crédito a lo que vieran.