A primeros de diciembre, ya empezaban las matanzas de los cerdos, y eso sí que era todo un acontecimiento. Las familias se juntaban para la faena y al mismo tiempo se hacía la picatuesta, que consistía en cenar todos juntos esa noche y luego al día siguiente la comida con el estazado del cerdo y la elaboración de las morcillas. Yo recuerdo que los pequeños de la casa nos lo pasábamos en grande porque para nosotros era algo muy especial. No así para las mujeres, que a la hora de lavar las tripas tenían que hacerlo en la presa con unos buenos dolores de uñas por el frío que por entonces hacía