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MANTINOS: Últimos reductos...

Últimos reductos

Acaba septiembre y volvemos a hacernos por aquí la misma reflexión de cada año. Y ello, porque, de un tiempo a esta parte, y cada vez con mayor frecuencia, ocurre que aquellos habitantes de la ciudad que, un día tras otro, se sienten agobiados por las prisas y los inconvenientes que las grandes urbes generan y muestran deseos de huir de ellas, vienen poniendo su mirada, casi indefectiblemente, en la vida tranquila y el espíritu calmo que, por encima de todo, se respira en nuestros pueblos, en cualquiera de ellos en la práctica. Así, nada sorprende ya que cada año, al llegar las fechas en torno al verano, estos pequeños núcleos de población que son nuestros pueblos, vean aumentar de manera más que ostensible el número de sus habitantes habituales, mostrándose al exterior casi casi como en sus mejores tiempos, que dirían optimistas los más viejos de la localidad. Aunque se sepa de entrada y también de fin, que esto de ahora, tan vital y tan maravilloso de observar, es sólo coyuntural y estacional, y que de ninguna manera soluciona de un plumazo el problema real de la despoblación de estos núcleos menores. Claro que mucho peor hubiera sido la situación, cabe pensar, si este fenómeno de vuelta al lugar de origen, con todo lo positivo que ello arrastra, no se hubiese producido y arraigado en nuestra cultura como lo ha hecho. Porque entonces sí que estaríamos hablando de facto de una despoblación cuasi total, y sin ninguna otra perspectiva a la vista más que fenecer, para nuestros núcleos rurales más pequeños. Por eso, bienvenida sea esta práctica de turismo vacacional que, como consecuencia, hace que nuestros pueblos adquieran poco a poco unos mayores servicios, aparezcan cuidados y limpios, se les mejore urbanísticamente de manera general y, a la postre, gocen de una mayor calidad de vida. Después, ya sólo nos quedaría estabilizar la población en un determinado porcentaje en estos pequeños núcleos o, al menos, en los próximos a ellos que albergan ya una mayor población y seguir mejorándolos en todos los sentidos; ahora que ya habría gente para hacer uso y disfrute de los servicios. La tarea, como ven, no es fácil y sí, en cambio, laboriosa y peliaguda donde las haya.
JOSÉ JAVIER TERÁN DIEZ