En un tiempo pasado, ya un tanto pasado, la forma de datar el tiempo era por el santoral. Lo mismo que el nombre que solían ponerse a las personas, que correspondía con el santo del día, los días, antes que fechas, son santos y los santos, antes que santos, son fechas; de alguna manera el santoral es el calendario del campo. Aquellas gentes datan los acontecimientos por el santo de los distintos días:
De Virgen a Virgen, para hacer referencia a lo más duro del verano, de la Virgen del Carmen a la Asunción, del 16 de julio al 15 de agosto.
Por San Pedro, hace referencia a la contratación de los pastores: San Juan nos amenaza, San Pedro nos echa de casa. Por San Pedro y Por San Juan todos los mozos mudan el pelo.
Por San Martín, haciendo referencia al veranillo de San Martín en torno al 11 de noviembre y al comienzo de las matanzas: a cada guarro le llega su San Martín.
Por San Silvestre, 31 de diciembre, hace referencia al fin del año, y más que al año cronológico, al año laboral: San Silvestre coge la manta y vete. San Silvestre poco pan es éste.
Los mismos santos servían para expresar el crecimiento o disminución de la luz solar.
Santa Lucia (13 de diciembre) mengua la noche y crece el día.
Por Navidad un pasito galán, por San Blas una hora más.
Por los Reyes conocen el día hasta los bueyes. Por los Reyes el día y el frío crecen.
Por San Julián (9 de enero) si lo ves, creció el día un sí; por San Antonio (17 de enero) lleva un paso de demonio; por San Blas (3 de febrero) tiene una hora más; por San Matías (24 de febrero) empareja la noche con el día
Por Santa María (2 de febrero) hora y media más de día.
Por San Blas (3 de febrero) la cigüeña verás, y si no la vieres año de nieves.
Por San Matías igualan las noches con el día y dice la oveja al pastor: sácame de este rincón y llévame a un carasol.
Por la Cruz ya ve el lobo la luz.
Quien por San Bartolomé (24 de agosto) no vela, después se desvela.
De Virgen a Virgen, para hacer referencia a lo más duro del verano, de la Virgen del Carmen a la Asunción, del 16 de julio al 15 de agosto.
Por San Pedro, hace referencia a la contratación de los pastores: San Juan nos amenaza, San Pedro nos echa de casa. Por San Pedro y Por San Juan todos los mozos mudan el pelo.
Por San Martín, haciendo referencia al veranillo de San Martín en torno al 11 de noviembre y al comienzo de las matanzas: a cada guarro le llega su San Martín.
Por San Silvestre, 31 de diciembre, hace referencia al fin del año, y más que al año cronológico, al año laboral: San Silvestre coge la manta y vete. San Silvestre poco pan es éste.
Los mismos santos servían para expresar el crecimiento o disminución de la luz solar.
Santa Lucia (13 de diciembre) mengua la noche y crece el día.
Por Navidad un pasito galán, por San Blas una hora más.
Por los Reyes conocen el día hasta los bueyes. Por los Reyes el día y el frío crecen.
Por San Julián (9 de enero) si lo ves, creció el día un sí; por San Antonio (17 de enero) lleva un paso de demonio; por San Blas (3 de febrero) tiene una hora más; por San Matías (24 de febrero) empareja la noche con el día
Por Santa María (2 de febrero) hora y media más de día.
Por San Blas (3 de febrero) la cigüeña verás, y si no la vieres año de nieves.
Por San Matías igualan las noches con el día y dice la oveja al pastor: sácame de este rincón y llévame a un carasol.
Por la Cruz ya ve el lobo la luz.
Quien por San Bartolomé (24 de agosto) no vela, después se desvela.