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MENESES DE CAMPOS: Pedro Calvo Camina...

Pedro Calvo Camina

A un pueblo le hacen sus personas. Las que cada día hollan sus calles con sus pisasdas, las que se encuentran en las esquinas y se paran a decirse los buenos días o simplemnte a echar una parlada; las que trabajan sus campos, o las que corren sus calles y sus caminos como si fueran despidénose del pueblo, pues al fin y al cabo ya lo dieron todo. Pero tampoco entenderiamos el pueblo sin aquellos que se fueron, y en esto de irse hay de todos. Para algunos el pueblo es, o fue, una maldición de la que huir y ante la que es mejor no echar la vista atrás; otros han tenido que salir, irse a otras partes a ganarse la vida, a labrarse un porvenir, pero algunos de estos nunca olvidaron su pueblo, la tierra dura que no siempre daba lo necesario para vivir y desde la lejanía recordaron con añaoranza el lugar donde nacieron e hicieron algo, o lo poco que estaba en sus manos hacer por el pueblo donde corretearon de pequeños y donde reposaban sus antepasados.

Hace unos días tuve la oportunidad de pasar por la Calle de San Quintín, en el distrito de Palacio en Madrid, donde, en el número 4 de dicha calle, vivió durante 12 años un hijo de Meneses, cuando, después de recorrer media España, su vocación de servidor público le trajo a Madrid. Me refieron a Pedro Calvo Camina, Don Pedro, como a él se refería la gente de Meneses cuando en mi infancia oí hablar de él. En uno de los callejones de la calle de En medio, como tradicionalmente se conocía la actual Calle Pedro Calvo, se encuentra la casa donde nació, hace 157 años Don Pedro. Allí se encuentra una lápida reordando el hecho yh el que fuera nomb rado hijo predilecto del pueblo, 1934. Es de las pocas casas que cuenta con dos pollos para sentarse a ambos lados de la puerta se encuentra en uno de los callejones de la calle de En medio, como tradicionalmente se conocía la actual Calle de Don Pedro Calvo Sotelo. La casa yo la cococí habitada por el Señor Luis, el padre de Candido, emparentado, no sé en qué línea, con Don Pedro, como era conocido por la gente del lugar. Don, que significa señor, no por otra razón, sino porque tenía estudios universitarios, y en los pueblos al estudiado, aunque no hubiera perdido el pelo de la dehesa, se le trataba de Don. En Don Pedro el título es merecido, y así se lo reconoció el pueblo al nombrale hijo predilecto en el año 1924.

Pedro Calvo Camina, un hombre que supo labrase un buen porvenir y llegar lejos en su vocación de servicio público, no por el patrimonio que no era gran cosa lo que tenía, sino por tesón y el esfuerzo que puso en ello, y llegó, nada más y nada menos, que a Magistrado del Tribunal Supremo.

¿Quién era Pedro Calvo? Un hijo de Meneses, lo cual él nunca olvido. Hijo de Gregorio Calvo Herrera, natural de Villerías y avecinado en Meneses por su matrimonio con Tomasa Camina Andrés, natural de Meneses. Vino al mundo un 7 de junio de 1855.

Fue bautizado a los pocos días en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Tovar, haciendo de padrinos Joaquín Camina y Dionisia Calvo, tío y hermana carnal del bautizado

Al quedar huérfano de Padres, se hizo cargo de él su tío Joaquín Camina, sacerdote en Meneses, quien le inculcó el sentido del deber y la necesidad de abrise paso en la vida a través del esfuerzo y del esudio. Esto es lo que le lleva, después de apreder las primera letras en Meneses, a estudiar en Valladolid. A los 17 años, en 1872, comienzó la carrera de derecho en en la universidad de Valladolid, donde se licenciará, cinco años más tarde, 1877, en derecho civil y canónico, realizando el examen de grado el 14 de junio. Parece ser que en los pñrimeros años de uni versidad no fue buen estudiante, o al menos no obtuvó buenos resultados, mejorándolo en los últimos cursos hasta obtener sobresaliente en el examen de grado para la adquisición del título de licenciado.

Don Pedro fue definido como un hombre castellano recio, de secano, comedido, serio, parco en palabras y de expresiones exactas, lo que le vendrá bien a la hora de ejercer como juez.
En 1879 abre despacho de abogado en Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, donde ejercer también de juez municipal, 1881-1883. En Peñaranda terminará de juez de primera instancia e instrucción. Según el alcalde de Peñaramda, Francisco Gómez de Liaño, Don Pedro era hombre “de conducta intachable”.

Aquí en Peñaranda preparó oposiciones a la carrera judicial, con lo cual labrarse un porvenir fijo al poder contar con una plaza de funcionario y no estar sometido al baibén de las cesantias como comoconsecuencia del turnimso político de la época. A lo treinta años, 1855, presenta a unas oposiciones a la carrera judicial, consiguiendo el número 19 de dicha promoción. Ganadas las oposciones ejercerá como juez y magistrado a lo largo de media España hasta 1925, fecha en que se jubila como magistrado del Tribunal Supremo.

El 7 de octubre de 1885 recibe su primer nombamiento como vicesecretario de la Audiencia de Bilbao, donde toma posesión el 5 de diciembre, siendo tambén ésta la primera ocasión que tiene de ver el mar. Séis meses más tarde le vemos como juez interino en el pueblo asturiano de Castropol, en la rivera del Eo, donde toma posesión del juzgado de primera instancia el 7 de junio de 1886. En el pueblo cercano de Ribadeo conocerá, y esto dará un cambio a su vida, a la que con el tiempo será su esposa, Elisa Sotelo La fuente. Junto a ella, Don Pedro, un hombre que viene de los campos yermos, pardos y pajizos de la Tierra de Campos palentina, aprederá a gustar y disfrutar del paisaje verde y brumoso de la Galicia norte

La vida de servidor público no era fácil, no ayudab a a echar raicés, y así tenemos que el interino y enamorado juez de Castropol, tiene que hacer la maletras para ir a regentar el juzgado de Luarca, donde llega el 7 agosto de 1886. Don Pedro, que no está dispuesto a vivir separado de la mujer de la que se ha enamorado, pronto, el 29 de enero de 1887, aunque para aquel entonces ya eran años, se casa con su prometida, Elisa Sotelo con la que tendrá tres hijo, José, 1893-1936, jurista de vocación, abogado de Estado, Ministro de Hacienda, crítico musical, muere asesinado el 13 de julio de 1936; Leopoldo, 1894-1933, llegará a ser letrado del Consejo de Estado, ambos nacido en Tuy; Joaquín, nacido en La Coruña, 1905-1993; licenciado en derecho, miembro del tribunal de cuentas, pero mpor lo que es conocido es por su vocación de escritor, fundamen talmen tte teatro, sie do elegrido en 1955 miembro de la Real Academia de la Lengua.

Por fin, dos años más tarde, el 29 de abril de 1889, deja la interinidad y conssigue como titular una plaza de juez de primera instancia e instrucción, aunque para ello tenga que dejar las tierras queridas del norte, para traslarase a Lucena, en la provincia de Córdoba. No estará mucho tiempo aquí en Lucena, añora el norte, y, alegando motivos de salud, pide volver a Galicia, donde, el 19 de septiembre de 1889, se le asigna el juzgado de instrucción y primera instancia del Partido judicial de Tuy (Pontevesdra).

En 1897 pide el traslado a Avilés. El 28 de agostode 1897 es nombrado juez en la ciudad de León. El 12 de enero de 1900 es nombrado Juez de primera estancia en la Coruña. El 9 de junio de1909 recibe el nombramiento de Magistrado de la Audiencia de Zaragoza, donde estará hasta que el El 13 de enero de 1913 sea nombrado presidente del Tribunal Industrial de Madrid. En 1917 llega a Presidente de la Sala de Audiencia de Sevilla, pero suj estancia en la capital andaluza será b reve, pues este mismo año es nombrado Fiscal de lo contencioso del Tribunal Supremo. En 1924 es nombrado presidente de la Audiencia Provincial de Madrid. El 10 de junio de 1925 se jubila con honores de magistrado del Tribunal Supremo.

Pasó 47 años de su vida como servidor públicio, al jubilarse le qujedo una pensión de 1.200 pesetas anuales, la máxima legal, que no estaba ml para la época, pero que no era para tirar cohetes. Ya jubilado pasó a vivir del distrito de Palacio, calle San Quintín, al Barrio de Salamanca, nº 24 de la calle Núñez de Balboa.

Muere en Madrid en el mes de abril de 1937, a punto de cumplir los 82 años de edad. Fue visitado por su hijo José el domingo 12 de julio a la salida de misa. Don Pedro era un hombre de un gran espíritu religiosos, de hecho fue de los fundadores en Meneses, al comienzo del siglo XX, de la cofradía de los Sagrados Corazones.

Dejó escritas dos pequeñas obras sobre cuestiones jurídicas: La instancia única en lo cvil y en la organización de los tribunales. La segunda obra es el Comentario a la ley de Tribunales industriales de 22 de julio de 1912 con las disposiciones de carácter sustantivo y adjetivo que la complementan, Madrid, Librería V. Suárez, 1917.

El que fuera presidente del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, nieto de Don Pedro, conserva de su abuelo la imagen de un hombre esbelto serio y cariñoso que, una vez muerto su padre, les invitaba a comer a él y a sus hermanas todos los domingos. Tras el almuerzo y antes de retirarse a descabezar un sueño le entregaba una peseta de plata, que para aquel entonces no estaba mal, y le decía: “Adminístrala bien”.