Recuerdo el frescor de la yerba en los Prados de
Muñeca, y aquéllos Narcisos en
flor que inundaban las Praderas, el revoloteo de las
Mariposas a su alrededor y el olor a tierra Mojada en las tardes de
lluvia, la Paz infinita bajo el mágico cantar del Mirlo en las choperas, el susurrar del viento con sus hojas a cuestas, anunciando la llegada del
Otoño, el humo ascendiendo por las
chimeneas, tantas y tantas imagenes que percibí de niño, que hoy vuelven a la despensa de mi Memoria como un Tesoro Perdurable
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