Visité este
pueblo en búsqueda de los restos de la antigua
fragua. Tenía el propósito de recoger lo que había quedado de ella. En Olea me habían apuntado que algo quedaba. Y sí. Quedaba el loca dela antigua fragua, reconvertido en un excelente centro de
reunión, y quedaba instrumental que se usaba en esos centros de trabajo, exquisitamente colocado y en excelente estado de conservación. Y sobre todo, a un costado del centro-fragua, estaba el
potro, tan en forma, que parecía de reciente hechura. Y todo ello me lo enseñó un guía de muy acumulada edad y de sabiduría y exquisitez de trato envidiables, del cual dejo constancia en mi publicación, titulada
FRAGUAS Y OTRAS COSILLAS... EN
PUEBLOS PALENTINOS.