Cuajado de doseletes, encajes de piedra y hornacinas con figuras de santos, el trascoro se organiza a modo de suntuoso retablo pétreo, destacando en él los relieves del Martirio de San Ignacio de Antioquía y la Lactación de San Bernardo, añadidos posteriormente y ambos obra del escultor barroco Francisco del Rincón. Remata el conjunto el escudo de los Reyes Católicos, una crestería de piedra y la estatua de San Antolín; dos puertas, talladas en madera con minuciosos relieves, permiten el acceso al coro catedralicio.