La muy noble y leal villa de
Palenzuela remonta sus orígenes a la celtiberia pre-
romana. La épica Pallantia se situaba en Palenzuela, a los pies de su cerro. Su fiereza y resistencia a la invasión romana la hacen equiparable a la conocida Numantia y la hicieron valedora de aparecer en los escritos
romanos quienes relatan como los habitantes de Pallantia, antes de ser vencidos prefirieron arder en sus propias
hogueras.
Su nombre, Palenzuela -"la "
Palencia pequeña"-, según el profesor Guillermo Tejada, es en realidad un diminutivo de su nombre original, Palencia, que en realidad es un topónimo-hidrónimo bastante extendido por la Península Iberica y
Francia...- (Palencia/
Valencia...)-; su etimología sería de "Pal/Bal/Val...", "
agua-s/
río/
valle...", + "ancia/antia", "ancho/grande", " la del "valle ancho (del río)", que, frente a la pujanza e importancia de la nueva Palencia -la actual- pasó a tomar como su nombre el diminutivo. En realidad su nombre original sería también equivalente a "Pel+andia/Pelantia"; por lo que nos podríamos preguntar si "palentino" y "pelendón" no es lo mismo.
Después de la repoblación pasó a tomar gran importancia por su estratégica situación geográfica y su vitalidad. Fue la capital del alfoz y merindad del Cerrato hasta apróximadamente el siglo XVI. Por tanto tuvo fueros propios de los que se conserva un original que sirvió para aumentar los fueros concedidos por el Conde Sancho García "el de los buenos fueros". Coronado por un
castillo del siglo XI,
iglesias y
ermitas así como un
monasterio, fue noble y leal villa, e incluso vio como las cortes se celebraban en su término. Condes y reyes pasaron por sus
casas y nobles
familias vivieron en sus
palacios, como los Jalón, Herrera, Ortega, Salazar... Carlos V saboreó sus truchas
camino de su retiro a Yuste y pernoctó en el
palacio de los Herrera.
La
historia ha llamado a la
puerta de Palenzuela en multitud de ocasiones como podrá comprobar el visitante al observar sus casas y palacios, iglesias,
calles...
Palenzuela es uno de los 24 municipios españoles en los que pernoctó el emperador Carlos I de
España en su último viaje con destino al Monasterio de Yuste (
Cáceres)