Dividido por el
río. Las escolleras de
piedra instaladas en el cauce del río han convertido esta arteria de la localidad en una agradable zona de
paseo para sus vecinos que también gustan de subir hasta la
iglesia dedicada a las
Santas Justa y Rufina y sentarse en el portillo para mantener animadas tertulias.
La armonía y la tranquilidad son características que definen la vida en la localidad de
Payo de Ojeda, en el norte de la provincia.
El rumor del
agua acompaña en esta localidad ya que el río Payo atraviesa una parte de la misma y la colocación de escolleras de piedra ha dado a esta zona un aspecto mucho más acogedor y limpio, que invita al paseo por sus orillas.
Pero si hay un lugar que hace las delicias de los vecinos en el portalillo de la iglesia, en el que se reúnen a jugar la partida y conversar hombres y mujeres de todas las edades.
Este
pórtico de entrada, al que se accede por un
camino entre acacias, es uno de los lugares más aprovechados del
pueblo, puesto que los vecinos acuden allí en los meses de
invierno para no perder la
costumbre de hablar animadamente al resguardo del frío y, en los días de
verano, para estar al cubierto de un sol abrasador. Y es que aprovechan unas antiguas vigas que quedaron bajo el pórtico tras unas obras de rehabilitación para convertirlas en un banco corrido donde compartir espacio y conversación con todo aquel que quiera sentarse.