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Yo también me acuerdo de las eras, del sol que quemaba de buena mañana y te curtía la piel, del agua de la fuente de los caños que te sabía a gloria y te daba un empujoncito para seguir, del vino con gaseosa LA PITUSA (la de las coletitas), que bebíamos sólo en verano para no beber tanta agua, de las vacas tan mansitas que había en el pueblo que trabajaban de sol a sol y que me daba mucha pena de ellas porque les picaban muchos bichos; yo mataba a todos los que podía, pero nunca pude acabar con ellos,...
También yo me acuerdo de ayudar a mi tio Nicolás y a mi tía Isabel en las faenas veraniegas de la trilla en una era que tenían después de pasar la Iglesia. ¡Cómo se babeaban aquellos bueyes que arrastraban el trillo sin poder comerse ni una sola espiga por culpa de los bozales que llevaban puestos! Con qué rapidez tenía que levantarme del trillo y ponerles una lata abollada debajo del rabo para recogerles sus excrementos. En una ocasión me dejó mi tio Nicolás dirigir un pequeño trillo que arrastraba...
Qué decir desde que era pequeñita yo pisaba esta era por que tenian mis padres una casa allí arriba!
¡Cuántos días pasé en estas eras arriba de un trillo tirado por vacas o por la yegua! Sigo con los recuerdos. Eloy, desde Chile.