Naturalmente, porque el
molino era algo emblemático para Pomar.
Allí se iba a moler con los molineros (el señor Policarpo, su hijo el señor Crescente y los hijos de éste, Crescentín y Rafael) a cotillear, a
comer manzanas asadas, a
pescar cangrejos o truchas, a hacerse el pelo en sus últimos tiempos, y, siempre, a ser bien recibidos por la señora María o la señora Delfina.
El molino era famoso en toda la comarca sobre todo por dos cosas: la buena planta de las molineras (las hijas de las dos citadas
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