Ignoraba, que también los chicos de Helecha eran poco "hospitalarios"; Pero lo de Cabria con Porquera sería digno de estudio. No nos ocurría ni con los de Villarén, ni los de Villallano ni mucho menos con los de camesa; Ya nos comentaban las personas mayores que ellos, siendo niños se efectuaban las mismas batallitas.
La cosa se iniciaba según salíamos del Rosario, los domingos por la tarde. En cuanto veíamos a los de Cabria bajar por la cuesta, los chicos de Porquera ya comenzaban a llenarse los bolsillos de chinas y pertrechados con tiragomas nos acercábamos a esperarles al Puente; las chicas íbamos en la retaguardia porque no manejábamos dicho artilugio. Nuestro grito de guerra era: "El vaquero de Cabria no tiene culo, y la semana que viene le pondremos uno" Eso era lo suficiente para que comenzara la batalla con tiragomas en mano. En ocasiones las fuerzas de Porquera eran mayores, y les "corríamos" cuesta arriba casi hasta llegar a Cabria. No solíamos entrar al pueblo por aquello de la vergüenza torera... ¡Vaya!... En las vías nos reponíamos de cantos que ya era necesario tirar a mano. Otras veces las fuerzas estaban equilibradas, y en general dejábamos que se acercaran hasta Porquera, justo hasta el punto de encuentro de batalla que era donde la casa de los pastores, los de Cabría ahí tenían las de perder, primero porque quedaban más abajo y segundo por que las chicas abastecíamos de mas piedras a nuestros "franco-tiradores". Cuando dos o tres ya estaban con sangre, los de Cabria corrían que se las pelaban por donde habían venido. Nosotros terminábamos con el grito de guerra, persiguiéndoles hasta debajo de la Iglesia... alguna vez ellos contestaban con otro grito de guerra, pero con el aire que hacía no se les oía muy bien lo que decían.....
Un abrazo
Mª José
La cosa se iniciaba según salíamos del Rosario, los domingos por la tarde. En cuanto veíamos a los de Cabria bajar por la cuesta, los chicos de Porquera ya comenzaban a llenarse los bolsillos de chinas y pertrechados con tiragomas nos acercábamos a esperarles al Puente; las chicas íbamos en la retaguardia porque no manejábamos dicho artilugio. Nuestro grito de guerra era: "El vaquero de Cabria no tiene culo, y la semana que viene le pondremos uno" Eso era lo suficiente para que comenzara la batalla con tiragomas en mano. En ocasiones las fuerzas de Porquera eran mayores, y les "corríamos" cuesta arriba casi hasta llegar a Cabria. No solíamos entrar al pueblo por aquello de la vergüenza torera... ¡Vaya!... En las vías nos reponíamos de cantos que ya era necesario tirar a mano. Otras veces las fuerzas estaban equilibradas, y en general dejábamos que se acercaran hasta Porquera, justo hasta el punto de encuentro de batalla que era donde la casa de los pastores, los de Cabría ahí tenían las de perder, primero porque quedaban más abajo y segundo por que las chicas abastecíamos de mas piedras a nuestros "franco-tiradores". Cuando dos o tres ya estaban con sangre, los de Cabria corrían que se las pelaban por donde habían venido. Nosotros terminábamos con el grito de guerra, persiguiéndoles hasta debajo de la Iglesia... alguna vez ellos contestaban con otro grito de guerra, pero con el aire que hacía no se les oía muy bien lo que decían.....
Un abrazo
Mª José