PRADANOS DE OJEDA: A TOÑÍN (ANTONIO MARTÍN) CURA DE PRÁDANOS DE OJEDA...

A TOÑÍN (ANTONIO MARTÍN) CURA DE PRÁDANOS DE OJEDA EN LA DÉCADA DE LOS SESENTA

Hay hombres que aunque pretendan pasar desapercibidos por la vida, porque lo que hacen está cargado de altruismo y filantropía, no lo logran, no lo logran porque aquello que tocan a su paso deja un poso, una semilla fecunda que con el transcurrir del tiempo da sus frutos, frutos en clave de inquietud, sentimientos y capacidad de distinguir la justicia de la tiranía, la verdad empírica de las mentiras interesadas, lo sincero de lo hipócrita. Un hombre que predicaba el evangelio en su génesis y lo practicaba. No dejaba indiferente a nadie, granjeó fobias y filias, donde los de las fobias tenían el poder y se encargaron de quitarle de en medio de la forma más cobarde, escudándose tras el estandarte de la “doctrina” y el régimen que les amparaba, pero que si hay una justicia divina, estarán purgando por sus malas artes, y él, Toñín, paseándose por el paraíso.

¡Qué gran experiencia fue y qué vida tenía PRADANOSYA! Se creó y creció hace más de cuarenta años. Fue un proyecto que se hizo realidad gracias a Toñín. ¿Alguien de los que han nacido y crecido en la era de las nuevas tecnologías, se imagina poner en marcha un periódico local, sin medios económicos y tecnológicos? ¿Y hacer que llegase a todas/os los pradaneses que vivían lejos del pueblo? Pues fue posible gracias a un grupo de personas de Prádanos, lideradas por él, que era el alma máter, y en él confluíamos adolescentes, jóvenes y menos jóvenes que nos reuníamos con ilusión y ganas de que se pudiera vivir el pueblo aunque se estuviera a miles de kilómetros.

En aquella época yo era un joven imberbe y con los conocimientos que la limitada situación de libertad nos permitía, fue como un rayo de luz poder acceder a nuevos escenarios del buen saber y entender de la vida. La suerte de cruzarse este hombre en nuestras vidas, entiendo que fue fundamental para dotarnos de las herramientas necesarias para aprender a labrar nuestro futuro, para construir los cimientos de nuestra personalidad, en definitiva, descubrir nuestras capacidades.
Nos enseñó a ver la sociedad con sentido crítico y constructivo, a respetar a los diferentes, a que no todo es blanco o negro sino que hay matices, que es donde se encuentra la riqueza. Nos enseñó que ante cualquier problema que se presente la primera reacción no debe ser responder a la imagen que se proyecta, sino ir al origen del mismo y sus causas para poder atajarlo y combatirlo, que las injusticias y los intereses de los tiranos se las combate con unidad, organización y argumentos.

¡Su legado merece estar en una vitrina transparente como transparente fue su vida!

Los pradaneses nos sentimos orgullosos y presumimos de serlo donde estemos, pero con este hombre Prádanos no estuvo a la altura. Fue “largado” como un apestado, al obispado le hacía falta poco para cargar contra él (no era santo de su devoción), fue suficiente algún informe de algunos meapilas de Prádanos para darle la puntilla. Estoy seguro de que si se hubiera tratado de un político que hubiera propiciado poner un banco (de sentarse) en el pueblo, aunque llevara la corrupción como equipaje, se le habría tributado un homenaje. Lamentablemente lo inmaterial no se valora.

¿Es pecado no ser dócil con el poder? ¿Es pecado enseñar el evangelio desde sus entrañas y denunciar a aquellos que no lo practican desde sus poltronas doradas? ¿Es pecado estar con los jóvenes, mujeres y colectivos desprotegidos? Éstos son algunos de los pecados que cometió Toñín y que los meapilas recalcitrantes de esa sociedad no le perdonaban. Había que cercenar las conciencias libres y mantener el statu quo de los dominantes.

A pesar de todas estas coces, en su ideario no entraban las palabras “odio” o “revancha”, y ni con todas las zancadillas y coces que recibió, jamás le oí referirse a quienes le vilipendiaron con una palabra de desprecio. ¡Qué grandeza!
Gracias Toñín por todo lo que nos diste, esos valores que tan poco cotizan en la bolsa de la vida pero que hacen grandes a las personas y a los pueblos.

Julio, corresponsal de Pradanosya

Mayo de dos mil catorce