Cuantos recuerdos al ver la
puerta de la entrada a la
iglesia del
pueblo de Velillas. En él he vivido y jugado y estudiado por qué no, un montón de años, y trabajado también, desde luego, en aquellos
veranos interminables con acarreo de las mieses,
trilla y etc. Etc. Por esta puerta entrábamos los chavales en la iglesia y de repente el silencio se hacía en nuestros comentarios. Nos colocábamos al principio de la ilgesia (era cuando los hombres y las mujeres se sentaban separadas en los bancos)en
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