QUINTANALUENGOS: Adiós, Quintanaluengos....

¿Sería posible que esta casa Plaza fuera la de un Plaza Meléndez? Dígame, por favor.

Adiós, Quintanaluengos.

Había venido con mi familia a descubrir los lugares donde mi padre había vivido, crecido, jugado y trabajado...

Sólo encontré desconfianza y recelo.

¿Qué hace aquí este francés? ¿Busca algún tipo de herencia?

En absoluto; buscaba información sobre la familia, un escenario, un paisaje, una atmósfera. ¡Qué decepción! Incluso un primo del pueblo vecino, con el que habíamos quedado, había abandonado su casa el día anterior a nuestra llegada. No querían que me reuniera con él. ¿Por qué? ¿Qué tienes que ocultar? ¿No puedes limpiar tu conciencia?

Un primo de Lérida, Javier, al que conocía y cuyos padres había conocido, rompió todos los lazos conmigo después de ir a Quintanaluengos. ¿Qué le dijeron? ¿Por qué este silencio repentino?

Tengo más de 80 años y no me siento capaz de seguir investigando. Estoy muy decepcionado, y con el corazón encogido pongo punto final en el pueblo de mi padre.

Adiós, Quintanaluengos, adiós…