Pocos lugares tienen el encanto y la paz que se respiran en este pequeño
pueblo de la
Montaña Palentina. Para disfrutarlo en toda su intensidad y con la percepción de la suma de sensaciones que impregnan sus
piedras y sus
paisajes, es ineludible la visita relajada y serena de sus breves
calles enmarcadas en
piedra y
naturaleza. Sólo la presencia silenciosa y sosegada permite el gozo de sentirse envuelto por el pasado más vivo, mientras se respiran las mil y una fragancias del
monte verde, amarillo,
... (ver texto completo)