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RIBAS DE CAMPOS: Conocí Calahorra cuando durante el verano se llenaba...

Conocí Calahorra cuando durante el verano se llenaba de “turistas”, vecinos del pueblo, visitantes de la capital, de los pueblos más cercanos. Los domingos y en las fiestas del verano nos acercábamos por la carretera o por un camino que discurría paralelo a ella para pasar el día o simplemente para merendar y pasar la tarde: ...En matinal paseo me acerqué a ti/ al fondo la espadaña pétrea hiriendo el infinito / pues la ilusión siempre apunta al cielo azul. // En llegando confluye la vida de dos vidas; / antes, blanco y ocre el ondulado cuerpo de mariposa: / verdes alas, moteadas de rojo, amarillo y añil. // En el estío seco también supe de ti / al frente “véspero” rutilante en su plenitud / la pasión colmada en el abrazo total... //

EN OCASIONES y a pesar de los mosquitos, la excursión hasta Calahorra la hacíamos siguiendo el sendero de la acequia, aprovechando la sombra de los chopos y de los avellanos: ...Al fin amplio remanso y vidas renovadas; / la arribada, por la senda umbría de avellanas algodón: / las margaritas transformadas en libélulas azul cristal... /

LA úLTIMA VEZ que visité Calahorra pude comprobar los efectos del paso del tiempo, los cambios sociales, la nueva situación... Estuve un buen rato contemplando la tablada, los edificios semiderruidos, las esclusas: ...Ayer en mi regreso dudé al contemplarte / zarzamoras herrumbre y musgo nuevo alrededor / como si la pena fuera siempre circular.// Mas el sino es recordar lo memorable y seguir; / aquel día sin bruma irisada ni espuma en la cascada: / canoros los nítidos eco-sones de calandrias y jilgueros.//.