Luz ahora: 0,08909 €/kWh

SALDAÑA: No quiero polemizar contigo, pero me sorprenden tus...

No quiero polemizar contigo, pero me sorprenden tus comentarios a mi correo. En primer lugar, yo no he faltado al respeto a nadie, ni me he escudado en el anonimato para hacerlo mientras tú no dices quién eres. Por otra parte, los hijos no tienen la culpa de lo que han hecho mal sus padres, motivo por el cual su honestidad y buen nombre no se ven manchados si se conducen en la vida con rectitud.

Menos aún se desprestigian los apellidos porque, al igual que los títulos nobiliarios, no tienen ningún valor, habiendo en todas las familias, incluida la mía, gente buenísima y personas tan malas que la humanidad no hubiera perdido nada si no hubieran nacido.

No criticar a los padres por el miedo a dañar la imagen de sus hijos equivaldría a garantizar la impunidad a dictadores y tiranos. Además, si las víctimas tienen nombres y los violadores de los derechos humanos permanecen en el anonimato, nunca habrá justicia.

Desde mi punto de vista, tu argumentación se sitúa en la línea de quienes afirman que a qué viene ahora remover el pasado después de tantos años. Sin embargo, si mientras dura una Dictadura no se pueden denunciar sus crímenes y después tampoco, primero porque hay una "democracia tutelada" y después porque han pasado muchos años, cuándo se puede hacerlo entonces

A su vez, también difiero de tu forma de pensar sobre la pertenencia de nuestros padres a la "Benemérita". Yo no me siento orgulloso de ser hijo de un Guardia Civil. El hecho de serlo mi padre no me va a llevar nunca a negar, justificar o dulcificar su pertenencia a una Institución que, durante la Dictadura franquista, reprimió tan duramente a muchos españoles cuyo único delito fue ser antifranquistas de pensamiento y acción, e, incluso, a veces, únicamente de pensamiento.

Tu forma de pensar, aunque es posible que no lo haga de forma deliberada, invierte la realidad convirtiendo a la víctima, y a quien denuncia lo que le ocurrió, en culpable por no resignarse al olvido. En este caso concreto, al final va a resultar que el "malo de la película" no es el sargento Borrego sino sus víctimas y mi persona por atreverme a hacer públicas sus fechorías.

Claro que es desagradable saber que tu propio padre ha cometido actos horrendos, pero no se puede equiparar el dolor de los hijos del agresor, a los que nada ni nadie impide desvincularse de las villanías de su padre, al dolor de quienes sufrieron en su propia persona maltratos, humillaciones y hasta torturas cuyo recuerdo traumático permanece de por vida.

Creo que, como testigo de aquellos hechos tan reprobables, debía un humilde homenaje a sus víctimas en la forma en que lo hice en mi anterior escrito aparecido en el Foro de Saldaña. Si tú opinas de otra forma, te respeto pero no comparto tu punto de vista. Eso sí, nunca se me ocurrirá decirte, como haces tú, lo que debes o no debes decir porque la libertad de expresión no debe ser censurada a nadie, de forma que estás en tu derecho de criticarme en todo aquello que te parezca oportuno.

Un saludo afectuoso:
Javier Arto.