Era curioso, para mí que era de ciudad, contemplar e incluso jugar una partida de bolos, hechos manualmente con trozos de ramas gruesas, y esas bolas realizadas de algún tronco redondeadas y bastante bastas, con sus agujeros para poder introducir los dedos y en algún caso la mano. ¡Qué diferenrtes de los bien pulidos de la ciudad!
con sus pistas de madera y mecanizadas, en comparación de las de tierra de por allí. Sí, era bonito ver a los mayores jugando con ellas, y despues, finalizada la partida, los solían guardar en un pajar. ¡Qué tiempos más inolvidables!.
Tambien echaríamos de menos el olor a leña de roble quemada como tú Santi, de pasear por los pueblos, es algo que a mí me encanta, y me hace sentirme agusto en esos lugares.
Inprescindible también pasear por los campos, con su olor a heno, ver crecer la alfalfa, el trigo, la cebada, e incluso ver los linares que fueron sembrados con garbanzos verdes aún, y que es irremediable, la tentación de coger una rama y sacar el garbanzo, todavía verde, de la vaina y lleváretelo a la boca.
Al igual que tú, Santi, también se siente esa sensación de Juan Ramón Jiménez, pasear con Platero por las calles, e incluso, tumbarte sobre la mies, aún sin trillar, en las eras, al atardecer, contemplar las Constelaciones de estrellas que ahí sí se pueden ver y no en Madrid, ese diez/once de Agosto, cuando se contemplan las estrellas fugaces, (Leónidas), cómo atraviesan el firmamento, y que no son más que un trocito de cometa, del tamaño de un garbanzo, que al entrar en la atmósfera se transforma en luz hasta que se desintegra.
¡Cuánta belleza hemos podido contemplar en esos lugares, amigos, y cuanto se echa de menos cuando no se tiene!.
Esperemos que vosotros podais disfrutarlo y luego contárnoslo.
Un abrazo muy cordial para todos vosotros y que esteis disfrutando.
Eduardo.
con sus pistas de madera y mecanizadas, en comparación de las de tierra de por allí. Sí, era bonito ver a los mayores jugando con ellas, y despues, finalizada la partida, los solían guardar en un pajar. ¡Qué tiempos más inolvidables!.
Tambien echaríamos de menos el olor a leña de roble quemada como tú Santi, de pasear por los pueblos, es algo que a mí me encanta, y me hace sentirme agusto en esos lugares.
Inprescindible también pasear por los campos, con su olor a heno, ver crecer la alfalfa, el trigo, la cebada, e incluso ver los linares que fueron sembrados con garbanzos verdes aún, y que es irremediable, la tentación de coger una rama y sacar el garbanzo, todavía verde, de la vaina y lleváretelo a la boca.
Al igual que tú, Santi, también se siente esa sensación de Juan Ramón Jiménez, pasear con Platero por las calles, e incluso, tumbarte sobre la mies, aún sin trillar, en las eras, al atardecer, contemplar las Constelaciones de estrellas que ahí sí se pueden ver y no en Madrid, ese diez/once de Agosto, cuando se contemplan las estrellas fugaces, (Leónidas), cómo atraviesan el firmamento, y que no son más que un trocito de cometa, del tamaño de un garbanzo, que al entrar en la atmósfera se transforma en luz hasta que se desintegra.
¡Cuánta belleza hemos podido contemplar en esos lugares, amigos, y cuanto se echa de menos cuando no se tiene!.
Esperemos que vosotros podais disfrutarlo y luego contárnoslo.
Un abrazo muy cordial para todos vosotros y que esteis disfrutando.
Eduardo.