Pues fíjate, Charo, yo me levantaba, de niño, sobre las 7 de la mañana, pero en pleno invierno, me iba al campo con un saco y empezaba a arrancar hierba hasta llenarlo, entonces me acercaba a las cochineras y se lo echaba a los cerdos, volvía a casa, desayunaba y al colegio, allí, en la hora de patio, nos daban un vaso de leche en polvo, bueno ya disuelta, algunos niños llevaban un poco de cacao para echar a la leche, otros magdalenas, etc., yo no, y como me parecía poco un vaso de leche, pues me acercaba a casa cogía una rebanada de pan, unas veces la untaba de aceite y otras la metía en la orza del agua, le ponía un poco de azúcar y para dentro, si a veces con agua para que el azúcar se mantuviera en el pan y no estuviera tan seco.
Pues después venía el ir comer a casa, no recuerdo si por la tarde había colegio, y por las tardes al huerto, a veces se nos hacía de noche para volver a casa y pasaba un miedo por el camino que yo creo que se me secaba la boca de tanto silvar.
Ah!, y no te lo pierdas, algunas mañanas de invierno, como la calefacción que teníamos en la escuela era la chimenea, que lógicamente la tenía el maestro a su espalda, creo que pillaba "cabrillas" del calor que pasaba, pues tenía que ir, con algún compañero de clase, a buscar leña para la chimenea, en fin, que entre el frío, la falta de medios, y las obligaciones, uno pasaba más de estudiar que de otra cosa.
Por eso, Eduardo, quiero llegar por lo menos a los cien años, y si puede ser acompañar a Charo hasta los 117, pues tengo que recuperar el tiempo de ocio o distracción que he ido perdiendo en la vida.
Abrazos pa tos y toas, El Emigrao
Pues después venía el ir comer a casa, no recuerdo si por la tarde había colegio, y por las tardes al huerto, a veces se nos hacía de noche para volver a casa y pasaba un miedo por el camino que yo creo que se me secaba la boca de tanto silvar.
Ah!, y no te lo pierdas, algunas mañanas de invierno, como la calefacción que teníamos en la escuela era la chimenea, que lógicamente la tenía el maestro a su espalda, creo que pillaba "cabrillas" del calor que pasaba, pues tenía que ir, con algún compañero de clase, a buscar leña para la chimenea, en fin, que entre el frío, la falta de medios, y las obligaciones, uno pasaba más de estudiar que de otra cosa.
Por eso, Eduardo, quiero llegar por lo menos a los cien años, y si puede ser acompañar a Charo hasta los 117, pues tengo que recuperar el tiempo de ocio o distracción que he ido perdiendo en la vida.
Abrazos pa tos y toas, El Emigrao