Desde la iglesia, se pueden ver ricos paisajes del valle de La Ojeda. En esta imagen, además de las fincas con girasoles, se pueden ver los chopos que bordean al río Burejo y, al fondo, la grandiosidad de la Peña Amaia, un rincón lleno de belleza e historia. A nuestras espaldas, sin embargo, todo es ruina. Los girasoles parecen no querer ver los deteriorados restos de la iglesia románica.