Después de muchos años Mari y José Luis, su hermano, regresan a los lugares donde habitaron con sus padres Mauro y Primitiva. Todo ha cambiado desde entonces porque aquella
casa (la casa de la segunda) ha desaparecido. Los
huertos que con tanto mimo cuidaba y sembraba su padre para el sustento de la
familia están ahora intransitables y ocultos bajo una maraña de arbustos y maleza. "Sic transit gloria mundi" que dirían los latinos, lo que significa en román paladino lo efímero de las cosas de este mundo. Se van con la añoranza de haber revivido, in situ, una parte de su
juventud.