En esta silueta de la
Iglesia y su
torre, hecho de menos el
nido gigantesco de la
cigüeña, que tantas veces vimos y oímos ese típico castañetear del pico, y que nuestros padres nos decían que era que estaban machacando los ajos, jajaja, curiosos recuerdos de aquellas primaveras tan revitalizantes y esperadas, tras los crudos
inviernos de antaño.