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SAN QUIRCE DE RIOPISUERGA: De pequeño, cuando era un niño, hace ya tantísimos...

De pequeño, cuando era un niño, hace ya tantísimos años, siempre me impresionaba ver la imagen que se observa en esta fotografía del Cristo yacente guardado en la ermita de El Santo Cristo (el Santo) de San Quirce. Me fijaba con detenimiento en toda su figura, en su aspecto serio, dolorido y sereno a la vez, en su cabellera de pelo natural... Creo que hasta llegaba a sentir miedo a la vez que un interés o atracción especial, de tal manera que nunca dejé de entrar para ver la imagen dentro de su hornacina de cristal cada vez que los niños de San Quirce, acompañados por el maestro o por el cura, subiámos al Santo para visitar su ermita.

San Quirce, su ermita de El Santo. La imagen de ese Cristo, al que, contemplando hoy en esta fotografía, y como tributo especial por tantos y tantos recuerdos de mi infancia yo, que me considero tibio en cuestiones religiosas, quiero dedicar este reconocimiento, tal vez convertido en oración o con tintes de ello:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar por que te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.

(Soneto anónimo del S. XVI. Libro de los
Mejores Versos en Lengua Castellana).