La casa de la Segunda, como era conocida familiarmente en el pueblo, hace años que desgraciadamente sucumbió a la piqueta como tantas otras del Canal de Castilla. Tiene esta casa una larga historia porque por ella han pasado varias familias de escluseros. La presente fotografía data de la década de los 60. En esa época estaba habitada por una familia numerosa compuesta por el matrimonio, el abuelo y 8 hijos. En su entorno, se movían en libertad toda clase de animales domésticos, unos llamados de compañía y otros para uso de mantenimiento de sus habitantes. A todos estos animales se les consideraba como miembros útiles de la familia y por lo tanto se les tenía un cariño especial. Cada uno de estos animales sabía corresponder a su manera a este aprecio. Pero para todos ellos la dueña de la casa era, sin lugar a duda, su preferida y la tenían una estima particular. Y no era de extrañar porque habitualmente era quien les daba de comer a todos ellos. No era pues raro ver como en sus habituales desplazamientos al pueblo de San Quirce, distante 1 km aproximadamente, era acompañada, en hilera bien formada, por los habitantes de cuatro patas. No solamente por los animales de compañía, como la perra de nombre Linda y los dos gatos, sino también por la cabra, que atendía por Negra y a más larga distancia hasta por el cerdito Gruñón, cuidado en casa desde su más tierna infancia. Este solía hacer causa común con el resto de sus congéneres en perfecta armonía. El cortejo llegaba al pueblo y mientras su dueña hacía las compras en la cantina/tienda del Sr. Isidro, ellos aguardaban pacientemente, en una era contigua, la salida de su dueña para regresar a la Segunda
Esta historia, que puede sonar a ciencia ficción, fue contada años después a este cronista, ausente en aquellos años, por la propia interesada. Yo la creí porque además de una gran mujer, aunque pequeña de estatura, fue mi madre que se llamaba Primitiva.
Pedro/Santander
Esta historia, que puede sonar a ciencia ficción, fue contada años después a este cronista, ausente en aquellos años, por la propia interesada. Yo la creí porque además de una gran mujer, aunque pequeña de estatura, fue mi madre que se llamaba Primitiva.
Pedro/Santander