Al contemplar esta fotografía de Luis vienen a mi memoria gratos recuerdos de mi efímero pero fructífero paso por San Quirce. Mi familia residía entonces en la segunda esclusa y recien llegado de Chile donde impartí docencia 6 años en colegios de los Hermanos Maristas, permanecí en San Quirce durante aproximadamente un año. Tiempo suficiente para contactar y trabar una muy buena amistad con Luis Gutiérrez de grata memoria. Era un muchacho alegre, comunicador y de buenos sentimientos, cualidades que desde el primer momento me cautivaron. Teníamos aproximadamente la misma edad y similares aficiones
Corría el año 1959 y en alguna de nuestras conversaciones me dejó entrever que estaba locamente enamorado de Pilar. Con el beneplácito del párroco Don Adolfo formé un coro mixto de jóvenes del pueblo para amenizar las misas de los domingos y festivos. La víspera de su boda Luis y yo dimos un paseo por la parva del canal desde la primera a la segunda esclusa. Le vi nervioso pero muy contento porque había elegido una buena chica. Me pidió que en la ceremonia de su boda este coro, que yo dirigía, cantara la misa gregoriana. No se lo puede negar y así se hizo.
Como agradecimiento tuvo la gentileza de invitarme al ágape nupcial que se celebró, si mal no recuerdo, en la propia casa de la recien casada, Pilar. Eran otros tiempos y las comidas de las bodas solían tener lugar en las propias casas paternas.
Pasados muchos años Luis y yo nos volvimos a encontar en Santander, en el funeral del marido de su hermana Isabel. Recordamos tiempos pasados y nos prometimos vover a vernos más pronto y en otras circunstancias. Esa promesa desgraciadamente nunca llegó a realizarse pero su recuerdo permanecerá siempre en mi memoria. Querido Luis Migue, tu padre fue una buena persona por lo que puedes y debes de estar muy orgulloso de él.
Pedro Andrés Fraile / Santander
Corría el año 1959 y en alguna de nuestras conversaciones me dejó entrever que estaba locamente enamorado de Pilar. Con el beneplácito del párroco Don Adolfo formé un coro mixto de jóvenes del pueblo para amenizar las misas de los domingos y festivos. La víspera de su boda Luis y yo dimos un paseo por la parva del canal desde la primera a la segunda esclusa. Le vi nervioso pero muy contento porque había elegido una buena chica. Me pidió que en la ceremonia de su boda este coro, que yo dirigía, cantara la misa gregoriana. No se lo puede negar y así se hizo.
Como agradecimiento tuvo la gentileza de invitarme al ágape nupcial que se celebró, si mal no recuerdo, en la propia casa de la recien casada, Pilar. Eran otros tiempos y las comidas de las bodas solían tener lugar en las propias casas paternas.
Pasados muchos años Luis y yo nos volvimos a encontar en Santander, en el funeral del marido de su hermana Isabel. Recordamos tiempos pasados y nos prometimos vover a vernos más pronto y en otras circunstancias. Esa promesa desgraciadamente nunca llegó a realizarse pero su recuerdo permanecerá siempre en mi memoria. Querido Luis Migue, tu padre fue una buena persona por lo que puedes y debes de estar muy orgulloso de él.
Pedro Andrés Fraile / Santander