SUEÑOS.
“Las campanas siempre cuentan historias. Pero para poder entenderlas hay que poner mucha atención, como pasa con las fábulas. Me encantaba escuchar las campanas de la iglesia de San Quirce; mi memoria me devuelve aquel sonido fuerte, musical y serio, con el que, además de atención, infundían respeto y alegraban los corazones, y con esto me conformo ahora. Cuando las campanas se rompen, cuando se agrietan, dejan de sonar, también cuando no se usan, aunque estén, y sean sustituidas por otros sonidos que, aunque similares, nunca podrán ser los mismos. Como dice el poeta: “Campanas de mi lugar, que me quisisteis de veras, tañisteis cuando nací… ¿lo haréis también cuando muera?”
Dedico este comentario a Luis Miguel, “el GUTIÉRREZ y SERRANO”, que tanto monta, monta tanto (también un poco BARRIO), autor de esta magnífica fotografía, que tan significativa es para mí, de la torre de la iglesia de San Quirce, de su campanario. Porque al mirarla, y me gusta hacerlo con frecuencia, me puede el corazón mirando a ese cielo no solo al evocar aquellos sonidos, sino mucho más por los ecos de otros acompañados de sentimientos y emociones. Las “voces de la ausencia” cuyos matices, amigo, tu conoces muy bien.
“Las campanas siempre cuentan historias. Pero para poder entenderlas hay que poner mucha atención, como pasa con las fábulas. Me encantaba escuchar las campanas de la iglesia de San Quirce; mi memoria me devuelve aquel sonido fuerte, musical y serio, con el que, además de atención, infundían respeto y alegraban los corazones, y con esto me conformo ahora. Cuando las campanas se rompen, cuando se agrietan, dejan de sonar, también cuando no se usan, aunque estén, y sean sustituidas por otros sonidos que, aunque similares, nunca podrán ser los mismos. Como dice el poeta: “Campanas de mi lugar, que me quisisteis de veras, tañisteis cuando nací… ¿lo haréis también cuando muera?”
Dedico este comentario a Luis Miguel, “el GUTIÉRREZ y SERRANO”, que tanto monta, monta tanto (también un poco BARRIO), autor de esta magnífica fotografía, que tan significativa es para mí, de la torre de la iglesia de San Quirce, de su campanario. Porque al mirarla, y me gusta hacerlo con frecuencia, me puede el corazón mirando a ese cielo no solo al evocar aquellos sonidos, sino mucho más por los ecos de otros acompañados de sentimientos y emociones. Las “voces de la ausencia” cuyos matices, amigo, tu conoces muy bien.
