LA SOLEDAD DE LOS ANCIANOS
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Sus manos temblorosas asieron el pomo de la
puerta de su habitación. Arrastrando los pies salió como cada mañana de su dormitorio donde solo la soledad, y un libro le acompañaban. El
reloj marcaba las seis de la mañana,
Era muy temprano pero como siempre el sueño escaso del que disfrutaba, se marchaba muy pronto de sus ojos, que se mantenían abiertos varias horas de la
noche cuando el insomnio, acudía en su visita puntual...
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